23 AÑOS DE "EXCELENCIA ACADÉMICA"

23 AÑOS DE "EXCELENCIA ACADÉMICA"
Con un firme modelo educativo constructivista-humanista, el Instituto Universitario Carl Rogers, IUCR, nace en el año de 1994, bajo el nombre de “Centro Universitario de Puebla”, Actualmente "INSTITUTO UNIVERSITARIO CARL ROGERS" con el objetivo de difundir los conocimientos y vivencias de la psicología, psicopedagogia y psicoterapia humanista, creando a su vez programas, proyectos de crecimiento y desarrollo del potencial humano. LÍDER NACIONAL EN PSICOLOGÍA, PSICOPEDAGOGÍA, COMPORTAMIENTO Y DESARROLLO HUMANO EN LAS ORGANIZACIONES quieres saber más... visita nuestro web site www.unicarlrogers.com.mx

martes, 13 de marzo de 2018


Síndrome de Estocolmo en las relaciones de pareja que han vivido violencia
Amairani Jocelyn Velasco Pérez y José Francisco Contreras Hernández


Instituto Universitario Carl Rogers
Licenciatura en Psicología

El presente ensayo habla sobre el Síndrome de Estocolmo en las relaciones de pareja que han sufrido violencia. Estas personas sufren el abuso físico, emocional o sexual constantemente; algunas personas continúan en la relación voluntariamente, sin embargo, otras víctimas no pueden escapar fácilmente, por consecuencia, con el tiempo comienzan a ver el mundo como el agresor. Las características de este síndrome, son las justificaciones y mentiras que usa el agresor para justificarse a sí mismo y sus actos abusivos, la victima comenzará a justificarlo y puede llegar al punto en que no se da cuenta que no piensa por sí misma.
El abusador comienza a aislar a su víctima de todo contexto social y familiar, desplaza culpas de actos no cometidos a la víctima y esta comienza a distorsionar su realidad tolerando infidelidades, abuso sexual, minimización como persona, cambios de ánimo o probablemente somatización de situaciones provocadas por su agresor.
Desde el punto de vista psicológico y de la rama criminalista puede ser beneficiado ya que los estudios de este tipo están considerados como una de las múltiples respuestas emocionales que puede presentar la victima a raíz de la vulnerabilidad y extrema indefensión que produce el cautiverio y aunque es una respuesta poco usual, es importante entenderla y saber cuándo se presenta y cuándo no. Además, con frecuencia se convierte en una de las mayores preocupaciones expresadas por los familiares de los secuestrados después de la liberación
El 23 de agosto de 1973, dos delincuentes armados con ametralladoras entraron en un banco de Estocolmo, Suecia. Blandiendo su arma, un hombre fugado de una prisión llamado Jan-Erik Olsson anunció a los aterrados empleados del banco que "La fiesta acaba de empezar". Los dos atracadores tomaron cuatro rehenes, tres mujeres y un hombre, durante las 131 horas siguientes. Los rehenes permanecieron atados con dinamita en una cámara acorazada del banco hasta que finalmente fueron rescatados el día 28 de agosto. Tras su rescate, los rehenes mostraron una actitud impactante, si tenemos en cuenta que los habían amenazado, maltratado y temieron por sus vidas durante unos 5 días. En sus entrevistas en la prensa fue evidente que apoyaban a los secuestradores y temían a los agentes de la ley que fueron en su rescate. Los rehenes habían llegado a pensar que los secuestradores estaban en realidad protegiéndoles de la policía. Una mujer mantuvo después una relación con uno de los criminales y otra creó un fondo de defensa legal para ayudar con los gastos de la defensa. Evidentemente, los rehenes habían creado un vínculo emocional con sus secuestradores (Montero Gómez, 2010).
Síndrome de Estocolmo
Mientras que el estado psicológico en situaciones de secuestro se conoce como el "síndrome de Estocolmo" debido a la publicidad, el vínculo emocional con los secuestradores es una historia familiar en psicología. Se había observado muchos años antes y se encontró en estudios de otros rehenes, prisioneros o situaciones abusivas como: Niños maltratados, Mujeres maltratadas, prisioneros de guerra, miembros de sectas, víctimas de incesto, situaciones de secuestro criminal, prisioneros de campos de concentración, relaciones controladoras e intimidantes.
El síndrome de Estocolmo se vive desde un secuestro implica que los rehenes no cooperarán demasiado en el rescate o proceso judicial. El personal policial ha reconocido desde hace tiempo este síndrome en mujeres maltratadas que se niegan a presentar cargos, pagan las fianzas de sus maridos o novios e incluso atacan físicamente a los agentes de policía cuando llegan para rescatarlas de un ataque violento, también puede encontrarse en relaciones familiares, románticas o interpersonales. ¿Por qué la pareja agredida no deja a su agresor? ¿Por qué no denuncia la agresión? ¿Por qué, si se atreve a denunciar, posteriormente (en muchos casos) retira la denuncia? ¿Qué siente las parejas agredidas en las diferentes etapas de la agresión? ¿Cómo es que llegan a constituirse en víctimas?
Entonces podemos definir al síndrome de Estocolmo en las parejas como un estado psicológico temporal que aparece en la persona (victima) y que consiste en que el abusador se muestre comprensivo y benevolente a pesar de ejercer violencia sobre su pareja y que esta pueda identificarse progresivamente con sus ideas durante toda la relación (Domen, 2005).
En la actualidad se ha establecido una lista indefinida debido a la variedad de opiniones entre los investigadores y expertos que hablan sobre el tema, teniendo en común varios de estos rasgos que estarán presentes durante la relación de pareja: Sentimientos positivos de la víctima hacia el abusador/controlador,  sentimientos negativos de la víctima hacia familiares, amigos, o autoridades que tratan de rescatarlos o apoyarlos en su liberación, apoyo a las conductas y sentimientos del abusador, sentimientos positivos del abusador hacia la víctima, conductas de apoyo de la víctima, a veces ayudando al abusador, incapacidad para llevar a cabo comportamientos que podrían ayudarla en su liberación o desapego. El maltratador puede ser un marido o esposa, novia o novio en el que el maltratador esté en una posición de control o autoridad.
Hay especialistas en salud mental que afirman que el síndrome de Estocolmo no solamente lo sufren personas secuestradas, pues establecen que hay quienes por alguna razón son incapaces de huir del sometimiento psicológico por parte de un agresor, que bien puede ser esposo(a) novio(a).
En relaciones de pareja se ve el abuso con frecuencia. El abusador comienza un proceso de aislar a su víctima de todo contexto social y familiar a partir del chantaje, una de las frases más comunes del maltratador son: “mira lo que me obligas a hacer” o “esto es lo que te mereces.” Con el tiempo la víctima se cree que se merece el abuso y hasta que sus acciones son la causa. Tolera múltiple infidelidades, abuso sexual, contantes comentarios degradantes y muchas otras cosas de manera indirecta ya que el abusador o controlador hace amenazas sutiles para que nunca lo abandone o tenga otra pareja (Montero, 2006).
El perfil de las víctimas se caracteriza por que tienen la sensación de andar siempre, temerosas de decir o hacer algo que pudiera dar lugar a un episodio de violencia. Para sobrevivir, comienzan a ver el mundo desde la perspectiva del abusador. Empiezan a actuar de modos que saben que agradarán al abusador o evitan aspectos de sus propias vidas que podrían causar un problema.
Entonces las víctimas se alejan de sus familias, temiendo que el contacto familiar pueda provocar abuso adicional y violencia en la casa. En este punto, las víctimas reniegan de sus padres y amigos, diciéndoles que no llamen y dejen de interferir y rompen la comunicación con otros.
A diferencia del perfil del abusador se caracteriza  por una baja tolerancia, un temperamento explosivo, son muy inseguros, excesivamente posesivos y celosos, tienen una fuerte necesidad de controlar a los demás, necesitan de personas sumisas que se sometan a su voluntad, no se comprometen afectivamente, son demandantes, culpan a los demás de sus propios problemas, no tienen consideración ni sienten o demuestran empatía y por lo general utiliza múltiples métodos y manipulación para aislar a la víctima de los demás. Cualquier contacto que la víctima tenga con personas que la apoyan es recibido con acusaciones, amenazas o estallidos violentos. De acuerdo con el abusador/controlador, empieza a verlos como personas que causan problemas y hay que evitar (Montero, 2007).
Los ciclos de agresión pueden presentarse en una pareja en forma regular o estar separados por diferentes períodos. Pueden aparecer tempranamente en la relación, puede ser al mes de estar conviviendo o tomar tiempo para aparecer como puede ser después de varios años de convivencia (Batres, 1996)
La Diferencia entre el ciclo del Síndrome de Estocolmo y el ciclo de la violencia es muy grande ya que encontramos características específicas en cada uno. Por ejemplo en el ciclo de la violencia descrita por Leonor Walker se manejan por fases y que se pueden volver a repetir constantemente, la primera fase es el aumento de la tensión. En esta fase las victimas están muy alertas de las manifestaciones y tratan, por todos los medios de “calmar” al agresor, su tiempo de duración pueden ser días, semanas, meses o años, en donde ocurren incidentes de agresión menores: gritos, peleas pequeñas. La segunda fase es un incidente agudo de agresión: se caracteriza por una descarga incontrolable de la violencia física su tiempo de duración puede ser de 2 a 24 horas algunas de sus características son, descarga incontrolable de las tensiones que se han venido acumulando en la fase anterior, hay falta de control y destructividad total, el agresor está fuera de control, puede ser gravemente agredido, se sufre de tensión psicológica severa, expresada en insomnio, pérdida de peso, fatiga constante, ansiedad, etc. En la tercera fase podemos observar el arrepentimiento que se caracteriza por un comportamiento cariñoso y arrepentido por parte de la persona violenta, puede tener un tiempo de duración generalmente es más larga que la segunda y más corta que la primera, algunas de sus característica son un comportamiento extremadamente cariñoso, amable y de arrepentimiento por parte del agresor, trae un inusual período de calma, la tensión acumulada en la fase uno y liberada en la fase dos ha desaparecido, el agresor generalmente se siente arrepentido, suplica perdón y promete que no lo hará nunca más. Cree que puede controlarse y cree que ella ha aprendido la lección, inicia acciones para mostrar su arrepentimiento: le da regalos, le ayuda en la labores de la casa, la lleva a pasear, etc.
Ya que tenemos la información necesaria del ciclo de la violencia podemos diferenciar a grandes rasgos al síndrome de Estocolmo ya que este ciclo, descrito por Dutton y Painter está conformado por cuatro etapas donde se genera un cariño enfermizo que mantiene a la víctima unida al maltratador, genera un sentimiento equivocado de sumisión dándole la razón al agresor. La primera etapa este conformado por los primeros maltratos, en esta primera etapa se presentan las primeras agresiones que  pueden ser solo gritos sin llegar a la agresión física, la víctima considera que no va a llegar a más, el victimario pide perdón y su compañero lo acepta estando convencido que no se repetirá. La victima entra en un estado de depresión, no sabe qué hacer se encuentra desorientado. La segunda etapa consiste en la violencia y reorientación, en donde se producen nuevas agresiones, en esta etapa la violencia cobra mayor intensidad y frecuencia la victima busca reorientarse analizando donde está fallando, trata de conseguir apoyo en su entorno pero este se encuentra minimizado por el miedo de confesar el problema que está confrontando y prefiere callar por vergüenza. La tercera etapa es del desafío, en donde la víctima afronta la situación de maltrato, se convence que el castigo recibido es merecido y adopta la manera de pensar del agresor. Trata de manejar la situación cumpliendo las reglas que le dicta su compañero para no recibir un nuevo castigo, toma la posición de resistencia pasiva. La cuarta etapa es la adaptación del ciclo del síndrome, en esta etapa la victima percibe los eventos de una forma positiva provocando en la victima un sentimiento de dependencia. La culpa y el ‘’amor’’ une a la víctima con su maltratador, la presencia continua creando un sentimiento positivo y permitiendo que la relación pueda perdurar en el tiempo. Analizando detenidamente ambas partes podemos notar que hay una gran diferencia a nivel emocional y cognitivo.
Conclusiones
Podemos concluir diciendo que en definitiva la victima dentro del síndrome de Estocolmo ya no sabe cómo manejar situaciones de pareja, porque haga lo que haga, diga lo que diga puede ser motivo de discusión. Esto la lleva a aislarse de su contexto ya que con menos contacto tenga será muy mínima la posibilidad de que se presenten más conflictos con su agresor, todo esto conlleva a que la víctima se anule como persona principalmente en su integridad al no poder expresarse, actuar y ser tal cual. En ocasiones recurre a ocultar o justificar sobre situaciones por el temor a que su agresor se enoje la/lo  castigue o recrimine lo que ha dicho o ha hecho y esto genere un acto violento.
Comúnmente todas aquellas/os  victimas viven con constante preocupación de que por alguna acción mínima  por parte de esta será motivo  de problemática un ejemplo: alguna persone que llegue a saludar por cortesía , comentarios, miradas, alguna reunión o cualquier otra situación podría ser ya un motivo de problema para la víctima, cabe destacar que en todo momento existe acumulación de tensión en estas personas por el temor de que en cualquier momento pasara algo que siga dañando su integridad  con el paso del tiempo van dejando de hacer cosas que ellos solían hacer para evitar algún tipo de contacto social, amigos, familiares, etc.
Sin  embargo aunque evite todo esto, nunca será suficiente ya que cuando crea que todo lo tiene bajo control con el simple hecho de una interpretación distorsionada por parte del controlador  nuevamente surgirá la problemática sin razones coherentes y la victima seguirá  siendo la inferior al agresor.
Bibliografía
Domen, L. (2005). Un vínculo incomprensible entre sus protagonistas: El Síndrome
de Estocolmo. Colombia: Encrucijadas.
Montero, A. (2007).  El síndrome de Estocolmo en mujeres y hombres
maltratados. España: Sociedad Española.
Montero, A. (2010). Psicopatología del Síndrome de Estocolmo. España: Ciencia
Policial.
 Montero, A. (2006). Consideraciones criminológicas sobre el síndrome de
Estocolmo. España: Alianza.
Montero Gómez, A. (2009). Psicopatología del síndrome de Estocolmo: Ensayo de
un modelo etiológico.
Walker, L. (2010). Protocolos para la atención de la violencia. Madrid.
          http://www. medico.com/estocolmo- -ciclo-violencia.pdf

No hay comentarios:

Publicar un comentario