23 AÑOS DE "EXCELENCIA ACADÉMICA"

23 AÑOS DE "EXCELENCIA ACADÉMICA"
Con un firme modelo educativo constructivista-humanista, el Instituto Universitario Carl Rogers, IUCR, nace en el año de 1994, bajo el nombre de “Centro Universitario de Puebla”, Actualmente "INSTITUTO UNIVERSITARIO CARL ROGERS" con el objetivo de difundir los conocimientos y vivencias de la psicología, psicopedagogia y psicoterapia humanista, creando a su vez programas, proyectos de crecimiento y desarrollo del potencial humano. LÍDER NACIONAL EN PSICOLOGÍA, PSICOPEDAGOGÍA, COMPORTAMIENTO Y DESARROLLO HUMANO EN LAS ORGANIZACIONES quieres saber más... visita nuestro web site www.unicarlrogers.com.mx

lunes, 16 de octubre de 2017

La razón de un desconcierto

La razón de un desconcierto
Por: Jaqueline Corona Moreno
Participante destacado del Concurso "Cuéntanos tu cuento 2017”

Las historias son interesantes, más cuando se tratan de enfrentar a la vida.
Estas suelen comenzar con inocentes principios que desencadenan un final feliz. Pero iniciar la historia con un sentimiento de desconcierto, puede ser uno de los comienzos más honestos de la realidad.

  La vida no es color de rosa, y eso, eso es lo interesante. Atravesar por tonalidades de emociones y panoramas encubiertos de experiencia, arma el drama de cada persona. Y en esta parte llega el momento de aterrizar el síntoma de Briseida. Aquella chica que luce con sueños de juventud, así como luce alguien común a sus 20, con una piel blanca y reluciente por la edad, cabello largo y negro, con diminutas ondas y unos ojos color miel que hipnotizaba al mundo en un parpadear. Vivía en una ciudad pequeñamente grande como para perderse en algún lugar y al mismo tiempo encontrarse con el mundo entero. Dedicada a cosas simples y verdaderas como ella, de día era dedicación al instante, de tardes era compañía, de noche poesía o un simple canto de dormir. Extrovertida por ratos y tímida en un casi siempre. Con tan amplia descripción puedo decir que Briseida estaba enamorada, sí, enamorada de lo que sentía, de su síntoma.
Todo comenzó un mes de julio, cuando ella se encontraba cenando con sus padres y hermanos, cosa cotidiana de lo que hacía en sus domingos. No faltaba mucho para que llegará noviembre, y ella lo sabía. Tenía años que siempre esperaba este mes con temor y desconcierto, todo parecía ser un mensaje debajo del agua, pero en el fondo ella lo sabía, ella sabía todo. Recuerdo que aquella noche que ella me contó lo que sentía con la llegada de noviembre, no lograba entender el meollo del asunto. Aún con el paso de los años he intentado armar un sin fin de hipótesis para comprenderla, pero la frustrante verdad es que no la sé. Contarte a ti tal vez sea un modo de sacar ese dolorcito que al conocer su historia te invade, y es que lo hace de tal forma que lo sientes tuyo.

  Para ser verdad, recuerdo que desde que la conocí siempre transmitía algo, principalmente ingenuidad para ver la vida. Y todo eso cambio cuando lo conoció a él. Su más grande y primer amor. El chico por el cual dejo de temer a sus emociones y afirmó que ya no era una niña. Pensar que todo empezó con una simple presentación por un amigo en común, no había más que un patio de escuela y adolescentes por todos lados. Bastó con eso y los ojos de Briseida tocando el corazón de León. Un joven alto y robusto, ojos grandes y coquetos, barbilla pequeña y con un ligero toque de inocencia que complementaba la vida de Briseida. Eran unos pequeños niños jugando a ser grandes en el amor. Ambos tenían 17 años y estudiaban en el mismo colegio.

  No fue necesario esperar a que pasarán tantos inviernos para verlos de la mano. Fue cuestión de un par de meses para que la revolución de emociones girará en ellos. Verlos sonreír era parte del día a día para todos aquellos que íbamos al mismo colegio, no sé qué pasaba o que los hacia especial, pero siempre volteabas a verlos. Después de un tiempo que deje de ver a la feliz pareja, un día brillante me encontré por la calle a Briseida, un tanto cambiada, aunque parecía la misma. No sabía si decirle hola o pasarme de largo, pero justo en ese momento ella sonrió como era su costumbre y saludándome pude notar que aunque ella quería engañar al universo, olvidaba que un corazón como el suyo jamás se olvida. Nervioso correspondí y ella simplemente me abordó con tantas preguntas que apenas pude contestar unos dos. Aprovechando el momento hice lo mismo y lo primero que me salió fue preguntar por León, grave error pensé después, ya que al hacerlo el color subió a su cara y el llanto a sus ojos. Y aún en ese estado ella sólo contestó -ya no estamos juntos. Realmente me sentí apenado y le dije -lo siento, no debí preguntar, Briseida con una sonrisa que encubría su tristeza me dijo -no te preocupes, es normal que preguntes por él, como no hacerlo si éramos uno mismo -realmente es cierto, respondí. Y en ese momento cambiando el tema bruscamente para amenizar el momento, continúe haciendo preguntas sobre que había estado haciendo todo este tiempo. Mencionó tantas cosas que no logro recordar todas, pero si recuerdo que ese día se marchó siendo tan ella, tan cambiada pero ella.

No es que crea que en el destino pero me salto la duda y ese tipo de pensamientos locos, donde te preguntas ¿porque la vida regresa a personas que creías pérdidas?. Y no es que no me gustara ver Briseida de nuevo, pero ver a Briseida dolía, pellizcaba el corazón y no me gustaba sentirme así teniéndola cerca. Por este motivo y el de siempre, es que preferí no saber de ella, dejando así de caminar por la calle en la que me la encontré por más de un año.
  En ese tiempo no deje más que armar historias para responder aquella imagen que guardaba de ella. Entre todas estas respuestas imaginarias me pasaba que su tristeza era porque León no había sido el chico que tanto ella esperaba, que tal vez la había engañado, hasta que ella había dejado de amarlo, pero ninguna le daba calma a mi corazón. Más pronto que tarde volví a verla, iba saliendo de una tienda con un par de bolsas y una coleta en el cabello, realmente quería hablarle pero no pude, justo en ese momento esa sensación incierta se apoderó de mí y me fui. Unos días confundido fueron lo suficiente necesarios para que me armará de valor y le mandara un e-mail. Cuando lo escribí nada paso por mi cabeza, solo sentí la necesidad de verla y sin más ni más la invite a salir, esa noche no recibí respuesta. Al día siguiente me dijo que sí, así que para más tarde quedaríamos de vernos. Justamente ese día estaba una lluvia que parecía que el cielo poco a poco se caía. Llegue más puntual que de costumbre y ella ya estaba ahí. Sorpresas que solo Briseida podía dar. Pasamos a pedir una taza tras otra de café y fue ahí donde no sé si mi corazón abrió una esperanza o terminó de romperse. A todo esto porque Briseida con una expresión que confundía al ver su cara me contó su breve y confuso discurso de amor.

  Tal cual me dijo que el desconcierto llegó a su vida y nunca ubicó en que momento, comenzó diciendo que término con León porque llegó un punto entre ellos en el que sólo podían verse para pelear. Yo no sabía que era eso, antes de ver su historia con él, no tenía ni la más remota idea de lo que era un romance. Así que sólo le dije que sentía que terminarán así, que pensé que ellos durarían toda la vida. Y sólo contestó -nada dura toda la vida, pero mientras haya vida siempre hay posibilidad de que pase algo, y eso paso con nosotros, paso algo que jamás imaginé pero que creo fue lo mejor. Lo dijo segura pero dolía, yo lo sabía, no porque me lo dijera pero se notaba en su forma de decirlo y moverse cuando hacía. De ahí no sé cómo pasamos a que me contará santo y seña de todo lo que vivió al lado de León. Quería detenerla porque mientras ella describía cada escena, yo solo sentía un acelerar en el corazón, pero no, no lo hice y continúe escuchando, brevemente puedo describir su historia como aquel romance apasionado que la inocencia de dos jóvenes de 17 podía entender. Y a mí no me quedaba nada más que calmar mi tristeza de saberla rota con su presencia en aquel café. Pero creo que la parte importante que descubrí en ella, fue ese sentimiento de incertidumbre, ese desconcierto que para ella llegaba cada noviembre y que para mí lo tenía cada vez que yo sabía de ella. No sabía si creerle, realmente la escucha y parecía convencida de que no sabía nada del nacimiento de aquel desconcierto, pero su cara dejaba entre ver que su corazón si lo sabía, ¿pero cuál era la verdadera razón por la que ella no quería aceptarlo?, y fue así como es suspenso de la historia de dicha mujer me atrapó en un abismo de sentimientos sin control y con un peso extraño de dolor.

  No sabía si realmente conocer la historia de Briseida era algo que quería saber. Tal vez sólo quería saber de ella y eso no era necesariamente verla así, sin embargo con el paso de mis pensamientos comprendí que saber de Briseida era saber de león también. Aun así preferí alejarme nuevamente, deje pasar días, tal vez semanas, no conté el tiempo, realmente me sentí tranquilo sin su presencia, sin ella. Pero hace unos días ella llamó, un timbre en mi celular que me dejó con escalofrío en el cuerpo y un no sé qué en el alma.

   Cuando conteste me saludo amablemente, y me dijo que necesitaba platicar con alguien y que pensó en mí, le respondí con un estoy ocupado, pero ella insistió, en verdad no sé qué tiene pero término por convencerme y antes de terminar el día estando como por las seis de la tarde, llegue a verla al café de siempre en la mesa junto a la ventana para que ambos pudiéramos evadir miradas en pequeños lapsos de la situación que se tornaba tensa, la espere cinco minutos y en eso pareció...... Es aquí donde retomaré la escena del inicio, ya que esa tarde ella llegó contándome que volvió a su memoria y a su cuerpo ese sentimiento de nostalgia he incertidumbre. Todo por la escena del clima en su dramática manifestación para la realidad de Briseida, más su constante negación de lo que ya sabe y su insistencia en el saboteo de sí misma al ponerse esa piedrita en el camino aun cuando ya había pasado tiempo desde que León se había marchado. ¿Cómo es que sé todo esto?, o más bien ¿cómo me atrevo a decirlo? Pues bien, les diré que creo conocer el sentimiento de Briseida, esa chica y yo somos uno mismo. Y para mi mala suerte ella no lo sabía.

  Pase una noche larga con sueños locos y descabellados. Ansioso cada mañana y con ojeras colgadas de mis inestables emociones. Eso y Briseida en mi ser, hacían pesado cada uno de mis días. Yo siendo el chico tonto que se apropia de sentimientos de otros y se funde en sus historias, no hacía más que pensar en el secreto de noviembre, en el secreto de ella. No lo dude más y la cite en nuestro lugar, ahí donde mi sentimientos se atreverían a preguntar la verdad sobre eso que nos mataba a los dos. Ella llegó puntual como siempre y hablando del tema en mis más de un sin fin de insistencias salió de su boca decir que en aquel noviembre que marco su vida, estaba esa escena de León con ella siendo la pareja más feliz en un amor consumado, pero al mismo tiempo el recuerdo de en el mismo mes desolado que marcaba la partida de aquel chico que fue su amado. Ella rompiendo en llanto y yo con la cara descompuesta y pálida por el disparo fulminante a mi corazón.

  Fulminante porque acabo con el desconcierto que compartía con ella y noviembre, las lágrimas de Briseida el sazonador de esta escena y mi alma rota por la respuesta obvia de lo que aun sentía Briseida. Nos controlamos después de un rato y un alivio doloroso nos tomaba de la mano de camino a casa. No lo pensé siempre la he visto así, tan lejana y cerca, esta vez toda la confusión me movía a un impulso de dejarla quedándome cerca, creo que ella era el karma de un amor viejo que mate, pero al mismo tiempo la vida después mi historia cruel, no se me ocurrió más que detenerme frente a ella y supongo que ya sabes en que termina esta historia, el final predecible……
Esto continuara o tal vez no, solo noviembre revelara el fin



  

No hay comentarios:

Publicar un comentario