23 AÑOS DE "EXCELENCIA ACADÉMICA"

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viernes, 26 de mayo de 2017

Metztli

Metztli
Por: Erick Genaro Pérez Vidal

Como en todas las historias, que se han contado a lo largo de la historia esta tiene un inicio y un final.

Tonatiuh era un joven de 17 años, de ojos negros, de estatura mediana, cuerpo delgado, hijo único un joven como cualquier otro solo que un poco distraído, con una mirada fría, con ojos llorosos, traía consigo una libreta y una pluma en todo momento. 

Caminaba cabizbajo por el mundo, por momentos solo lo acompañaba un cigarrillo y pensamientos de desolación y tristeza. 

Pasaba la mayor parte del tiempo en su recamara o en la escuela. 

Sus padres jamás le habían conocido amigos mucho menos una novia. 

Así pasó gran parte de su vida hasta que cierto día sus padres le informaron que habrían de cambiar de casa, poco le importo no tenía amigos, ni pareja, ni si quiera sentía ser parte del mundo. 

Sus padres tenían la esperanza que al llegar a un lugar nuevo posiblemente tendría amigos y Tonatiuh cambiaria un poco. 

Así una mañana partieron Tonatiuh observaba como avanzaban puso un poco de música en sus audífonos y se dedicó a escuchar, pasaron muchas horas él se quedó dormido hasta llegar a su destino. 

Tonatiuh pasaba los días en la escuela y después en su recamara. 

Poco le importaba si algo mas pasaba encontraba la compañía que necesitaba escuchando música. 

Sus audífonos puestos un cigarrillo prendido, una pluma en mano y una hoja en blanco eran lo que el necesitaba, observaba la luna cada noche reflejada en su ventana, iluminando el espacio que necesitaba para escribir, la única luz que entraba, la única luz que el necesitaba.

Y así pasaron los días, las noches hasta todo cambio. 

El reloj marcaba las 5 de la tarde una hermosa tarde un poco fría, las hojas de los arboles cubrían las calles, una tarde nublada. 

Tonatiuh se abrigó y salió a caminar hasta llegar a un parque cerca de un lago se sentó en una banca puso su canción favorita y se dispuso a encender un cigarrillo.

Sonaba la canción el cigarrillo se consumía, el humo salía de sus labios, un suspiro dirigido al cielo y una lagrima rodaba en sus mejilla.


EL ENCUENTRO

Fue en ese momento que apareció ante él, el brillo más hermoso que se puede observar en la vida.

El brillo de un par de ojos cuando se encuentran con los tuyos. 

Era una chica muy hermosa, un par de ojos color marrón, unos labios rosas y un cabello negro que caía hasta sus hombros, una sonrisa preciosa en la que cualquiera podría perderse. 

Tonatiuh solo la observo, observo la sonrisa de la chica que acababa de acercarse pero había llegado la hora de emprender el camino a casa. 

En camino a casa no dejaba de pensar en ella, en sus ojos, sus labios, su sonrisa su cabello ni en el perfume que desprendía aquella chica. 

Paso la noche entera preguntándose quien era, como se llamaba y una extraña sensación aparecía en él, sus manos temblaban, sonreía sin querer y esta noche la luna brillaba especialmente. 

Y empezó a escribir como cada noche, hoy no hablaría de muerte aunque deseaba hacerlo. 

Y poco a poco su alma se expresaba en el papel. 

Empezaba a escribir los versos más perfectos, versos sobre un par de ojos color marrón.

Sobre unos labios rosas, o un cabello negro, sobre un perfume suave que inundaba el momento perfecto donde sus ojos observaron lo que él llamaba un ángel. 

Y así paso la noche y el día siguiente, en la escuela observaba la ventana, las hojas de los arboles caían con cada soplo del viento. 

Tonatiuh regresó a casa acostado en su cama escuchando música decidió salir a buscarla.

Regresó donde ayer se sentó en la misma banca volteando por todos lados. 

Prendió un cigarrillo, esperando volverla a encontrar y por unos segundos observar ese par de ojos color marrón.

Observando en cada rostro buscando ese par de ojos y esos labios que le habían robado el pensamiento, pero no aparecía.

Ni los ojos ni los labios ni el cabello, mucho menos el perfume.

Decepcionado camino regreso a casa habría caminado un par de calles cuando decidió prender un cigarrillo pero no encontró su encendedor. 

Este no era su día parecía que todo estaba en su contra. 

Pasaron los días y Tonatiuh no sacaba de su mente aquel par de ojos, una tarde.

Después de una fuerte lluvia decidió salir a caminar para acomodar sus pensamientos camino y camino sin rumbo fijo. 

Hasta llegar a la banca donde había encontrado al par de ojos en el que no dejaba de pensar. 

Se sentó y observo a su lado su encendedor con una pequeña nota que decía: 

“olvidaste tu encendedor, trate de hablarte pero no me escuchaste que tengas un lindo día” (Metztli).

La nota llamó su atención tomo su encendedor prendió un cigarrillo y se dispuso a volver a casa justo en ese momento apareció ante el la chica de los ojos color marrón, no supo que decir se quedó petrificado. 

Ambos sonrieron. 

Tonatiuh volvió a perderse en esos ojos, observaba las mejillas de la chica sonrojar 

Observaba sus labios, su cabello, su sonrisa. 

Las estrellas iluminaban de forma especial esta noche, la luna iluminaba el lago y el viento inundaba el espacio con el suave perfume de esta chica. 

-hola -dijo ella- mi nombre es Metztli olvidaste tu encendedor el otro día quise hablarte pero no me escuchaste 

-hola -respondió Tonatiuh- presentándose ante ella y agradeciendo el gesto del encendedor- 

Sus miradas se cruzaban Tonatiuh se perdió en esos ojos, por fin conocía su nombre. 

M- eres nuevo por aquí solo te he visto un par de veces 

T- mis padres y yo nos acabamos de mudar y apenas empiezo a conocer 

M- es interesante a partir de hoy podemos ser amigos ¡bueno si tú lo deseas! 

T- claro me parece perfecto gracias, pero me tengo que retirar ¿Cuándo volveré a verte? 

M- puedes verme cada noche si es que lo deseas

Y así pasó cada noche entre risas secretos, platicas, sonrisas. 

Tonatiuh se observaba diferente cada día esperaba que llegara la hora de poder ver a Metztli cada noche en el mismo lugar a la misma hora ella lo esperaba. 

La gente que pasaba cerca, observaba a Tonatiuh de una forma extraña pero a el no le importaba. 

Ella lucia cada noche más hermosa. 

El tiempo pasaba cada vez más lento, sus manos cada vez se acercaban más. 

Sus ojos se perdían uno en el otro, la noche se hacía más hermosa día a día. 

Cada vez usaban menos palabras y empezaban a comunicarse con la mirada, sus ojos comunicaban lo que los labios no pueden decir. 

El tiempo se detenía con una sonrisa. 

T-han pasado muchos días 

M- demasiados 

T-siento que te conozco de toda la vida, y aun así quisiera conocer cada rincón de tu alma 

M-conoces cada rincón de mi alma lo has hecho desde siempre. 

Tonatiuh se acercó Metztli se acercó el tiempo se detuvo sus ojos se vieron profundamente uno al otro

Tonatiuh aparto el cabello de Metztli de su rostro se acercaron mas. 

En ese momento Metztli se levantó y salió corriendo. 

Tonatiuh no entendía que pasaba. Regreso a su casa como cada noche. 

Regreso al siguiente día pero Metztli no volvió. 

Y así pasaron los días. 

Tonatiuh regreso cada noche y regreso a casa. 

Hasta que una noche por fin Metztli volvió. 

T-por qué te marchaste 

M-lo siento no puedo enamorarme de ti 

T- y tú crees que yo quería que esto pasara, he escrito algo para ti 

T-solo escucha esto y si después de todo te quieres ir 

No te dentendre

T- Me perdí en tus ojos, tus labios, tu sonrisa 
    Me perdí en tu perfume, en la brisa emanente de tu cuerpo 
    Me perdí en tu cabello, perdí la razón, perdí más que mi tristeza 
    Perdí más que la cordura, me perdí en ti, en el timbre de tu vos 
    Me perdí buscando un de tus labios dulces me perdí en el tacto de tus manos 
    Me perdí buscando tu amor, he perdido lo que era 
    Pero después de perder todo esto en tus ojos me re enamore del dolor. 

Se despidieron con un beso Metztli camino hacia el lago y se perdió al tocar la luna.

Y esa fue la única vez que un hombre puedo amar a la luna.

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