23 AÑOS DE "EXCELENCIA ACADÉMICA"

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viernes, 11 de agosto de 2017

El mago de la calle Bruck

El mago de la calle Bruck
Por: Nancy Barranco Pomposo
                Cuarto lugar "Cuéntanos tu cuento 2017"

Cuenta la historia que hace ya 300 años existió un hombre cuyo nombre fue Tomas, mejor conocido como “El mago de la calle Bruck”.

     Aquel mago juraba ser el único que a través de los sueños podía conocer el mundo de verdad, y conocer la realidad que había en todos los objetos. Él tan solo vivía en un pueblo llamado Ribabandopia con menos de 50 habitantes, cuya única profesión era ser leñadores, se llevaba un ritmo de vida tan acelerado que todo aquello que representara diversión era tan solo algo aburrido, lo único que diferenciaba al pueblo del resto, era que solo podían ver a blanco y negro, ¡NADA! ¡NINGÚN OBJETO! Poseía color, ni siquiera el cielo, ni el color de las manzanas, es más, el amanecer dejaba de ser algo tan hermoso como los demás lo conocía.

     La historia comienza cuando Tomas era apenas un niño, posiblemente 6 o 5 años, a él le gustaba acompañar a su padre leñador a los bosques en busca de los arboles más grandes y fuertes para cortar y leñar.

     - Padre ¿Disfrutas de matar a tantos árboles?- Dijo Tomas.
     - ¡VAYA! Tú sí que eres raro. Dijo su padre con tono burlón.

     A Tomas no le gustaba ver tantos arboles caer, sin embargo le daba curiosidad conocer las hojas que se encontraban en la copa de los árboles y solo por eso siempre muy alegre seguía a todas partes a su padre. Tomas realizó una colección de hojas de árboles en un álbum que con mucho celo resguardaba ¡HABÍA DE TODO! Hojas de árbol palo blanco, guayacán, algarrobo y todos aquellos árboles que significaran un conocimiento para Tomas, solo existía un problema… Que él no se sentía satisfecho con eso, necesitaba más conocimiento sobre ellos por ejemplo que colores eran los que tenían las hojas. Ese día Tomas decidió adentrarse más al bosque para indagar que había más en el oscuro bosque.

     Tomas comenzó a caminar sin rumbo fijo, mientras su padre distraído cortaba más árboles, camino y camino… hasta que la noche cayó sobre él y lo único que podía alcanzar a ver a lo lejos era una casa, parecía deshabitada.

     - Uf, creo que me he perdido, no había venido hacia este lado del bosque- Dijo con tono muy preocupado.

     Cansado de caminar, decidió acercarse a la casa y toco una vez, y lo único que escuchaba era un murmullo, toco dos veces y la risa se hacía más fuerte, toco tres veces y una voz con tono fuerte contesto:

     -¿Quién pretende molestarme en mi casa?- Dijo aquella voz
     -Am, parece que me he perdido ¿podría darme asilo? -Contesto Tomas
     -Has descubierto la fórmula para agradar a los de mi clase, eso de ser insistente tocando tres veces, no lo hubiera hecho cualquiera.

     Tomas muy preocupado, intento calmarse para no salir corriendo. ¡ADELANTE! Se escuchó un grito tan estruendoso, que bien podría haber sido producto de un hombre de 3 metros, y de repente… la puerta se abrió de par en par, lo sorprendente es que nadie estaba ahí para abrirla. Desde lejos la casa solo parecía una pequeña choza, pero al adentrarse en ella parecía tener cien pisos ¿Cómo era esto posible? Fue lo único que pudo pensar Tomas, mientras ponía apenas un pie dentro de la casa.

     -Parecías alguien valiente – Se escuchó desde un piso arriba.

Tomas se armó de valor y decidió seguir subiendo cada piso de ese castillo o choza, a medida que se iba acercando hasta el último piso podía ver a lo lejos un magnifico resplandor que lo impulso a seguir subiendo, pero ese mismo resplandor le impedía ver más cada vez menos, hasta que… BAAMM! Sintió como ese mismo rayo de luz lo golpeaba, dejándolo totalmente inconsciente.

     -¡Hijo! ¿Tomas? Es muy tarde, levántate – Le dijo su padre.

     Parecía que Tomas no había abandonado en ningún momento su casa, ni mucho menos su cuarto y obviamente todo había sido un sueño. Desconcertado se levantó de su cama, se dirigió a la ventana y se asomó, descubriendo algo realmente sorprendente, pudo ver un ligero color azul sobre el cielo, claro que él no sabía cómo llamarle a aquel espectáculo. Bajo las escaleras con gran rapidez gritando

     -¡MADRE, PADRE MIREN LO QUE HAY TRAS LA VENTANA!

     Sus padres no sabían lo que le sucedía y simplemente creyeron que era fiebre.

     -Hijo necesitas visitar al médico pronto – Le dijeron

Tomas no sabía lo que pasaba, ¿Qué era aquello que estaba frente a sus ojos? ¿Cómo llamar aquello que veía?

     Tomas salió disparado corriendo en el pueblo gritando.

     -¡MIREN! ¡AHÍ! ESO ES ALGO TAN EXTRAÑO ¿QUIÉN MAS LO VE COMO YO?- Dijo tan exaltado que la gente no podía hacer otra cosa más que verlo como un loco.

     Su padre corriendo tras él, solo pudo ocultarlo bajo su abrigo y correr rápidamente de regreso a casa.

     -¿Qué es lo que te pasa Tomas? ¿Acaso crees que ves cosas? ¡TE DESCONOZCO!

     La gente del pueblo tan molesta por lo que había sucedido decidieron llamar loco a Tomas, otros más incluso se atrevieron a llamarlo brujo, pero el nombramiento más acertado fue que era un mago, pues el modo tan desesperado de llamar al cielo ¿Azul? Eso solo podía ser obra de un mago, de los enviados del más allá.

     Decidieron acabar con él, creando una revuelta en todo el pueblo, lanzas, fuego y armas era lo que la gente llevaba para acabar con el malvado Tomas que empezaba a conocer como era en realidad el mundo.

     El padre de Tomas al enterarse salió disparado hacia la puerta para evitar que llegaran a su hijo.

   -¡TOMAS! ¡HUYE, VE AL PUEBLO MAS CERCANO, ESCÓNDETE EN UN BOSQUE PERO VETE! – Grito su padre tan desesperado que Tomas no supo que hacer más que tomar aquel álbum de hojas que coleccionaba y huir rápidamente de ahí.

     Tan rápido corrió que llego a lo más hondo y oscuro del bosque, comenzó a dar pisadas cada vez más inquietas e indecisas, hasta llegar a un anuncio que apenas era visibles en el cual la única leyenda era… “Bienvenido a la calle Bruck donde brujos, duendes, ogros o cualquier fenómeno de la índole, no será recibido a menos de que vea el color azul del cielo”.

     Tomas se sintió identificado y de inmediato corrió siguiendo las flechas que habían los troncos de los árboles, hasta llegar a una choza, una choza que juraba haber visto antes, indeciso se acercó a la puerta, abrió la cerradura y se asomó; que sorpresa se llevó en el momento en que vio más de cien pisos tal cual en sus sueño solo que en este momento no sabía si estaba despierto y dormido, hasta que una voz le dijo.

     -No eras tan cobarde, aunque ahora te ves más decidido que la ocasión anterior.- Una voz casi tan palpitante como las campanas chinas.

     En el momento que Tomas comenzó a subir las escaleras lo único que podía ver eran escalones, siempre unos más delante de otros, el momento que no sintió un escalón más simplemente siguió adelante, lo increíble era que en esa punta de la gran pequeña choza, había una casa más en la que un anuncio detuvo por un momento la vida de Tomas.

     “DE AHORA EN ADELANTE ESTA SERÁ TU CASA, VIVIRÁS AQUÍ, COMERÁS AQUÍ, Y SOBRE TODO INVESTIGARÁS AQUÍ”

     Tomas no sabía que pensar al respecto y simplemente se sentó en una silla de paja que había a su lado, encontrando un sobre con una carta dentro, diciendo lo siguiente:

     Querido Tomas, hemos descubierto que solo existe alguien como tú en el mundo, conoces el color azul, conoces las hojas de los árboles, y sabemos que puedes saber más, quédate aquí investiga sal al mundo y comparte tu conocimiento.

     Tan desesperado Tomas, simplemente se quedó dormido dejando a su paso 80 años, despertando en el mismo lugar, pero la diferencia es que ahora tenía 80 años más.
Al abrir sus ojos nuevamente comenzó a ver todo de otro color, sillas cafés, mesas negras, un cielo azul profundo, ropas de color rojo; Tomas no sabía que pasaba corrió hasta un espejo, se miró y no supo que pensar, simplemente repitió la historia, salió corriendo hasta llegar a las calles del pueblo gritando.

-¡Miren todos, mi ropa es roja, el cielo es azul! ¡Esa planta es verde, estoy seguro que es verde!

     La gente asombrada, recordaba el momento que un niño igual a él había dicho tantas locuras, así que solo lo tomaron como rehén del pueblo llevándolo a una choza en la calle Bruck, la misma de donde él había salido, el trataba de salvarse gritando que no era un loco, que solo estaba diciendo la verdad; pues después de su sueño tan profundo había adquirido todo ese conocimiento.

     La gente del pueblo no lo tomo en cuenta y aun así lo único que pudieron hacer fue encerrarlo.

   Tomas después de mucho tiempo dentro de la choza lo único que pudo escribir fue un libro de biología, que sería quemado el día de su muerte pero no sin antes escribir otra carta que decía…

     “He conocido los colores de la verdad, el siguiente que trate de conocerla no lo encierren, déjenlo libre, déjenlo conocer el azul del cielo y además déjenlo escuchar la voz”

     Nadie comprendió el mensaje, y el pueblo siguió viviendo en la oscuridad por el resto de los años, la voz desapareció, la choza fue quemada y la calle Bruck nunca más fue visitada.

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