23 AÑOS DE "EXCELENCIA ACADÉMICA"

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viernes, 28 de abril de 2017

El Palacio de Antares

El palacio de Antares
Por: Marcos Fabian Oropeza Teutli

Hace algún tiempo, en un suspiro del cosmos, una aventura inimaginable se desarrollaba, el momento mágico del encuentro de dos seres ancestrales, de dos almas que en su infinidad de reconocerse, se soñaban y se extasiaban mutuamente; y es aquí, en un planeta lejano, azul y bello, grande y esplendoroso, donde dicha historia tiene lugar, se trata de un viajero del espacio y tiempo, que vivía en una pequeña ciudad, aprendiendo constantemente de sus experiencias, y viviendo aventuras día a día, pero estas aventuras no tenían lugar en el mundo físico, sino en sus sueños, y por ende, la noche para el significaba la llegada de su próxima, y más grandiosa aventura, en la infinidad del espacio y tiempo, en la profundidad de sus sueños.

   Esta noche fría y lluviosa ansío llegar a casa, tengo un ligero presentimiento con respecto a mi próxima aventura, ya deseo ir a dormir, para caer rendido al dulce sopor del sueño, que es el portal hacia mis más grandes aventuras, como ansias por llegar al lugar que me deparara mi sueño, es como si alguien me estuviera esperando ansiosamente, como si alguien en otra parte del universo me estuviera llamando; Por fin he llegado, ahora me dispondré a reposar y soñar, pondré en paz mi alma y mi cuerpo, me dejare llevar por la suave caricia del sueño envolvente, que románticamente me llevara a mi tan esperado destino; justo en el instante en que me dejaba llevar en mi profunda meditación, logre encontrarme en un ambiente diferente, fresco, agradable, lentamente abrí mis ojos y me encontré en un planeta maravilloso, un lugar paradisíaco, el aire era fresco y húmedo, limpio y puro, se llegaba a sentir la brisa del mar, y un oleaje que se distinguía a lo lejos, de momento me hice consiente al saber que había viajado nuevamente, a un universo diferente, a un espacio único, en donde mis más maravillosas aventuras daban lugar, fue cuando decidí que era el momento de explorar este maravilloso y utópico paraíso.

   Avanzando entre los parajes de aquel bellísimo lugar, de pronto escuche una voz de angelical belleza, -Antares es el lugar en donde te encuentras-, escuche suavemente; al voltear pude observar una mirada profunda, de un azul celeste, de la cual emanaba amor y calidez, su cabello era dorado como el sol a medio día, su piel tan blanca y su rostro tan bello, que al momento quede totalmente cautivado, su vestido era como de seda traslúcida, la cual, dejaba entrever un cuerpo suave y terso, de ejemplares encantos, moldeando un pecho cálido y acogedor, digno de una diosa, finamente se dejaba dibujar una silueta escultural a lo largo del vestido, y unos muslos firmes acentuaban su paso, era una mujer de incalculable belleza, y de hermoso corazón, era tan amorosa y comprensible, era ella, si, la que ansiaba mi regreso a ese planeta, aquella que me llamaba en sueños, aquella, a quien amaba desde mi origen, aquella, cuyo nombre suena en el viento, Silaoen, mi amada Silaoen.

   Después de unos segundos cuando por nuestras miradas, cruzó el recuerdo de una vida eterna juntos, nos sentimos regocijados por el encuentro, corrí a abrazarla y a decirle, cuan contento estaba de verla y sentirla nuevamente, ella se sintió muy feliz, me tomo de la mano y me dijo, que bien que has regresado, las cosas aquí son maravillosas, y sabes anhelaba verte de vuelta, ahora que estas aquí, te llevare por mis tierras, y conocerás cada rincón de este hermoso reino, sé que te gustara, bienvenido a casa Valmathar.

   Caminamos a lo largo de senderos hermosos, iluminados por la luz de un sol que se veía muy lejos, ella me contaba de las cosas hermosas que había en aquel sitio, su gente era muy noble y trabajadora, que juntos mantenían la integridad del gran palacio, en el cual todos se guarecían al llegar el atardecer, llegando a la planicie más alta, se podían ver unos grandes valles llenos de cosecha, unos con flores, otros con una especie de espigas doradas que crecían largas, más de un metro, y con unas flores muy finas casi hechas con hilos de seda, pero que ondeaban con el vaivén del aire, se contoneaban al ritmo del viento y de los grandes molinos, estos se distinguían entre los pastizales, cuando llegamos a los campos de siembra, pude contemplar dichos molinos, y me di cuenta de que eran inmensos, más grandes que un edificio de 3 pisos, se veían tan imponentes y poderosos, casi capaz de resistir cualquier inclemencia del tiempo, eran unas estructuras hexagonales terminadas en punta, y cuyas aspas rosaban el suelo, su forma era tan aerodinámica, que juraría que podrían ser las hélices, con las que se impulsan los grandes buques.

   En el transcurso de nuestro paseo, Silaoen me contaba de cada prodigio que había en el reino, y de cómo su pueblo vivía en harmonía, era simplemente hermoso, poco a poco y escuchando su dulce voz, seguimos los senderos que estaban entre los campos, cuando de momento quede, sumamente extasiado, al poder observar algo que en ningún otro lado podría llegar a contemplar, Era el palacio de luz, Antares, su base es tan enorme que no se distinguía la curvatura del edificio, lo sostenían enormes arcos de piedra sólida que parecían tallados a mano, eran tan altos que cabría fácilmente un árbol enorme entre sus pilares, posteriormente se vislumbraba una estructura en forma de punta, que se agudizaba mientras más alto llegaba, entre la cual se podía ver, ventanas formadas en la roca, y balcones del mismo estilo, cada uno de ellos adornados con flores de exquisitos aromas, era como una secuencia de esos arcos, cuya parte más alta terminaba en punta, y daba la impresión de que se fueran multiplicando infinitamente, hasta tocar el cielo mismo, a lo lejos se podía ver su luz radiante, su luz de extrema blancura.

   Cuando por fin acabe de extasiarme de tan monumental edificio, note en el rostro de Silaoen un poco de preocupación, y pregunté por el motivo de su angustia, ella tristemente asentó con su cabeza y me dijo, que a pesar de tanta belleza existía un mal en esa región, un brujo poderoso que infestaba todo con la maldad de su corazón, y que al llegar el ocaso, este invadía la región con embrujos y hechizos poderosos, que transformaban a todo aquel incauto que rondara por las afueras del palacio; Silaoen me conto que en tiempos lejanos, cuando el brujo no existía, el planeta era aún más rico y hermoso, el atardecer era un momento mágico, donde el agua de los mares, ocupaba todo el valle de manera súbita, los habitantes solían salir en embarcaciones de sutil belleza, y formar caminos luminosos con lámparas flotantes, que dejaban ver grandes lanchones, en donde uno podía deleitarse de deliciosos platillos naturales, y de bebidas burbujeantes, y de tonos brillantes, las copas de los árboles sobresalían del mar, y se podía tomar sus frutos puesto que estaban al alcance de la mano, las creaturas acuáticas compartían el momento con rápidos movimientos dentro del mar, había unos que brillaban en la oscuridad, también, llegaban cetáceos luminiscentes, que al salir a tomar un poco de aire, dejaban salir chorros de agua fosforescente, que inundaba el lugar con color y luz por doquier; pero esos tiempos se habían acabado el terrible brujo había contaminado el agua con un hechizo de maldad, todo aquel que se sumergiera en el agua corría el riesgo de contaminarse y terminar siendo un súbdito de aquel despiadado ser.

   Yo acongojado por dicho acontecimiento, entendí mi propósito de visitar aquel lugar paradisiaco, y me propuse firmemente hacerme cargo de aquel sujeto, puesto que en aventuras anteriores, yo había aprendido una serie de habilidades, las cuales hacían diferenciarme, de muchos seres de aquellas dimensiones, habilidades que podrían haber salido de cualquier historia de súper héroes, mas sin en cambio al mostrarme seguro y motivado por resolver este problema, vi en su mirada un temor casi irreconocible, cuando me di cuenta de que era lo que originaba tal temor, me percate que estábamos solos en el campo, que no había mas habitantes y que el atardecer llegaba sin más demora, fue cuando ella tomándome de la mano estrepitosamente hecho a correr, jalándome y diciéndome en tono apresurado, cuando te diga que saltes al aire lo harás, y no preguntes nada, solo abrázate a mí lo más fuerte que puedas.

   Esas palabras de Silaoen se grabaron en mi memoria, y en el súbito instante que mire hacia mis espaldas, había una enorme cantidad de agua la cual llegaba hasta el mismo cielo, en ese momento recordé que los valles se inundaban al atardecer, nuestra descuidada charla provoco que se fuera el tiempo, sin considerar cuanto nos tomaría llegar al castillo sin preocupaciones, todo fue tan rápido, en un abrir y cerrar de ojos, entonces ella me grito salta, y salte al aire así con el impulso de la carrera que llevábamos, y en un instante el inmenso mar nos cubrió por completo, el agua era cristalina y no era salada, podía escuchar los pensamientos de Silaoen en mi cabeza, y de respirar ni me preocupaba, puesto que esta necesidad era nula dentro del agua, mas sin en cambio, sentía su preocupación en su interior, y de cómo su corazón latía rápidamente, al llevarme fundido a su cuerpo y nadando a una velocidad increíble bajo el agua, una y otra vez su voz mental decía, debemos salir del agua, fue en el momento que la interrumpí y le dije, calma no te angusties, yo puedo ayudar, ella no creía lo que le decía, simplemente su objetivo era salir del agua, es entonces cuando la sujete fuertemente de la cintura y espalda, y le dije calma, que yo puedo volar.

   En el instante emprendí tal velocidad que impulso el agua hacia los lados y salí sobre la misma, surcando los cielos cual cohete veloz, y ella en mis brazos, seguí avanzando tan rápido que en un santiamén llegamos al palacio, y ella asombrada por dicha habilidad se fundió en mis ojos, y así volando llegamos hasta la punta del palacio, y como lo vimos todo en calma decidimos ir mas haya, a los confines del mismo reino, lo cual fue la decisión que desencadeno semejante encuentro, con aquel que ya se había percatado de mi visita a aquel planeta, y buscaba hacerse de mi como fiel súbdito, ya que dichos poderes los deseaba poseer y tenerlos bajo su control.

   El vuelo termino en lo profundo de un bosque en donde se dio lugar a un enfrentamiento entre dos mentes prodigiosas, yo no me percate de la presencia del brujo y este ataco repentinamente intentando embaucar mi mente, más sin embargo no lo logro, decidí apartar a Silaoen en un lugar seguro cerca de unas antiguas ruinas, para después abalanzarme, con una fuerza descomunal hacia el brujo, y lo golpee con un mazo que estaba por las cercanías del lugar, más sin en cambio no logre nada, en menos de un instante el había golpeado mi pecho y salí disparado a los arbustos más lejanos de aquel lugar, cuando en eso me topé con un elemental del bosque, el cual acudió a mi ayuda y me dijo como vencerle, en palabras graves me susurro que, se necesitaba la fuerza pura del amor perfecto, de la fusión de dos almas en común, y sostener la piedra mítica del bosque, que al mismo tiempo colocaba en mis manos, entonces entendí que no era casualidad que Silaoen me buscara, y llamara con tanta fuerza, en inmediato me transporte a lado de ella, la reconforte y puse la piedra entre nuestras manos, y recitando unas palabras ocultas, la piedra comenzó a brillar y salió un rayo luminiscente, que de inmediato se fundió en el pecho de tan amenazador contrincante, y en un solo instante se petrifico y quedo hecho polvo, paulatinamente toda magia oscura fue mermando del lugar, los bosques retomaron su verdor, la luz del atardecer, volvió a posarse en los rincones del bosque, dejando entrever valles maravillosos, las aves y creaturas inimaginables, llegaron por doquier, el aroma era más fresco aun, y la paz que se sentía en tal lugar, era indescriptible, extasiados Silaoen y yo contemplamos las bellezas, recobrar su naturalidad en el planeta, lentamente levantamos el vuelo y nos dirigimos hacia el palacio, y estando en las alturas, se podía ver el mar retomando su belleza, así como las antiguas costumbres de los habitantes, y las extraordinarias especies marítimas haciendo su aparición, debutando con sus tan cálidas luminiscencias, nos posamos sobre la parte más alta del palacio, y fue cuando su mirada reposaba sobre a la mía, y lentamente nos dimos un fuerte abrazo, nos miramos un instante, y suavemente nuestros labios se fundieron, en un beso de ensueño, suave y tierno, dulce y excelso, un beso eterno, nos regalamos una última mirada profunda, y nos despedimos cálidamente con un hasta pronto, y me eleve en el aire al ritmo del oleaje con un escenario lleno de pequeñas luces naciendo del mar que retomaba su profunda belleza, y al mismo tiempo me desvanecía en el viento.


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