23 AÑOS DE "EXCELENCIA ACADÉMICA"

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Con un firme modelo educativo constructivista-humanista, el Instituto Universitario Carl Rogers, IUCR, nace en el año de 1994, bajo el nombre de “Centro Universitario de Puebla”, Actualmente "INSTITUTO UNIVERSITARIO CARL ROGERS" con el objetivo de difundir los conocimientos y vivencias de la psicología, psicopedagogia y psicoterapia humanista, creando a su vez programas, proyectos de crecimiento y desarrollo del potencial humano. LÍDER NACIONAL EN PSICOLOGÍA, PSICOPEDAGOGÍA, COMPORTAMIENTO Y DESARROLLO HUMANO EN LAS ORGANIZACIONES quieres saber más... visita nuestro web site www.unicarlrogers.com.mx

viernes, 7 de abril de 2017

Del Colibrí al Cuervo

Del Colibrí al Cuervo

Creado por: Luis Eduardo Cesar Pérez

Capítulo I, (el avistamiento).

                                             “Mis días pasan como marines por Afganistán, a veces  estallan, otros nunca se van; volver a nuestra adicción 
sería la jodida muerte, por eso, escribo poemas 
urgentes compulsivamente.”
-Pablo Hasel
Hermosa mía honestamente aún bailas en mi pupila,

Aún no te has divorciado de mi perfume,

Al parecer sigues desatando mis desvelos,

¡Ay mujer tú no lo sabes! pero hace tanto que no concilio mi descanso,

Hace tanto que no logro menguar las persianas de mi alma,

Que mis propios sueños ahora me desconocen,

Mi mujer de pinceladas aún siento tus palabras golpeándome en el rostro,

Cada beso pronunciado, cada caricia escrita;

Mi dama del silencio ¿te acuerdas de mis carcajadas?

Hoy vuelven a dar las 3am y mis alas nocturnas se van desplegando,

Al parecer hoy será otra de esas noches en las que mi mirada perdida buscara tu intangible cuerpo por las calles de la ciudad…

Mi honorable ¿A dónde te has marchado? ¿Dónde te has perdido? Solo quiero una señal, la más mínima sirve ¡en verdad!

Si no puedes hablar, sólo suspira…

Si no puedes moverte, sólo parpadea…

¡Y si de plano no puedes hacer nada! Entonces espera estática mi llegada, descuida no tardare mucho, al fin y al cabo me quedan tres vidas y cuatro épocas para desperdiciarlas contigo… ¡Carajo! ¿Cómo fue que llegamos a esto?

-Mi nombre es Jaezar (Yisar, en español), soy pintor, escritor, poeta y dramaturgo. Ya que nos conocemos, ahora ¿cómo se los planteo? Bueno, comenzaré preguntando ¿cómo se le llama a eso cuando un hombre pierde su ímpetu, a eso que le pasa a un hombre cuando se desviste sin miedo, cuando aniquila su egolatría y se entrega a la parte más frágil de su ser, cuando no le importa morir por tener un poco de placer terrenal?, no sé cómo se llama ese malestar en el que Jaezar entrega de más; cierta y lamentablemente he vuelto a estar enamorado.

Si tú te estas preguntando quien rayos soy, permíteme responder. Sinceramente no soy más que una historia pasajera en esta tierra y una linda experiencia en las vidas ajenas, un gandul cualquiera que en ocasiones vagabundea por las cuadras de tu ciudad con la mirada en el piso y un semblante tan tenue como las fotos ochenteras, con un par de puños apretados voy caminando ejecutando mis soliloquios; si por juegos del destino me admiras a lo lejos un día de estos seguramente pensaras: pobre diablo, quiere conquistar el mundo y no le rinde ni el amor.

El amor, el odio. El encuentro adverso entre dos mitades incompletas, la guerra fría llevada a cabo en nosotros mismos de distintas maneras. El amor, el odio. Mi abuelo Heráclito cada puesta de Sol siempre me decía la misma cantaleta –hijo, mira bien al cielo. Estas a punto de presenciar la relación más amorosa y detestable del universo. La Luna está por salir, una vez fuera ella danza con la Tierra en un ritual casi irrepetible, ambos se aman y se odian, nunca se separan, pero, tampoco impactan y colisionan- en aquellos días era tan pequeño como para comprenderlo, de hecho aún en la pubertad seguía sin entender.

Viví con la ignorancia hasta aquel día, aquel día en que Estrella viajante vino y se postro a mi lado. ¡Vaya pieza de mujer! (pensé), su belleza bien estilada, su mirada cual medusa, ¡ah! Una mirada tan entera que con sólo un vistazo me volvía rompecabezas-verdad que sí. Desde su avistamiento nunca pude volver a mirar con claridad, el rostro de otras mujeres se tornaba pañoso más no el de ella. Me sentía tan emocionado que cada día era navidad, mi vitalidad fue tanta que trabajaba sonriendo, mis sonrisas desgarraban mi mandíbula; el falo siempre se mantuvo vigoroso sin más. Estrella, su simple nombre ya decía que no tenía igual, que no tenía reemplazo. Todas las noches mi tinta se encausaba a escribirle algo cualquiera, no sé, quizá un verso, una copla, un poema, una oda, etc. El chiste era abrir el telón cada noche con la esperanza de algún día verla sentada en primera fila.

Hubo una noche en especial, esa noche el poeta Jaezar presentaba uno de sus más bellos escritos:

Estrella, usted no sabe lo importante que es en esta vida,

Si algún día usted se fuese de mi vida honestamente no sé qué haría,

Quizá intente sustituirla,

Más no podría,

Nadie podría llenar mis días de dicha como vos lo hace,

Cada sonrisa compartida con vos es eterna e inolvidable,

Esa sonrisa que cura el malestar ajeno sólo a vos le pertenece.

Esos aleteos que las aves presumen sin vergüenza no son más que el eco de cada latido suyo,

Estrella usted bien me conoce y por eso mismo sabe que mis textos son mi forma de ser, bien sabe que mis textos nunca mienten;

Mis textos son escasos, pocas almas son dichosas de inspirar la sinceridad en mí.

Por eso Estrella nunca olvides que te llevo en mi vida de la mano y que mi poesía, mi escritura, mi sinceridad, mi alma, mi vida terrenal es vuestra y en vos la confió…

Así pasaba noche tras noche recitando letras nuevas. Sin embargo, ella nunca compro boletos para verme. Estrella nunca se asomó si quiera al teatro, eran tiempos difíciles, pues aunque siempre estaba lleno nunca contábamos con su presencia…

Las noches me envolvían en tierna angustia, yo que alguna vez disfrute de mi libertad comencé a creer que no era necesaria. Le escribí cuarenta cartas, trece poemas y veintitrés cosas más, no estaba vivo o siquiera consiente, mis días y mis meses se conectaban en instantes. Cuando se me acabaron los lapiceros y ya sólo me quedaba un barrilillo de tinta empecé a desnudar mis alas. Fue todo tan fugaz que cuando quise darme cuenta ya no podía emprender más vuelos, ya sólo pensaba –vaya que te quiero maldita Estrella, despoje a mis alas de su follaje y ahora me conformo a caminar como el resto de tu especie. Vaya que te quiero, que sin ponerme rejas ya me has limitado-

Ella era una linda flor desojada en cada esquina, el más bello tesoro en el más feo de los cofres; ella se conoce, Jaezar sólo la imagina.

Cuando Estrella se postro a mi lado, me dijo: Sabes Jaezar yo alguna vez tuve un “porque” por el cual estuve estática, sin embargo, aquel “porque” un día sin previo aviso hizo sus maletas y tomo su lugar entre los cometas; se marchó. Desde ese día las cubatas ya no saben de consuelo, ¡Jaezar estoy harta! este planeta me ha encarcelado, ya no lucho, medio vivo y ya nadie hace nada. Mira mis ojos, mi mirada tiene miedo, mi alma esta violentada (al parecer el planeta que una vez la quiso ahora la tiene en una cruz). Su historia no encajaba en mis emociones. Lo único que tenía presente era el hecho de saber que compartíamos un pasado griego, un pasado en dónde –El universo está de luto, dónde las Estrellas ya no cantan y los Soles ya no brillan; un pasado dónde la Luna se autodestruye para ser nuestra cripta-.

Quizá no me enamore de su concepto, quizá me enamore de su contenido. Ella, con historias nuevas cada día. Y yo, con escritos de supervivencia. Ella, con la frase correcta. Y yo, con un lenguaje tartamudo.

Mi Estrella por las noches, mi Sol por las mañanas; tu piel revestida por pétalos de una rosa,

Tu armadura está teñida por espinas que te acosan y te acusan; y te quitan tu follaje siempre en cada invierno, eres como un mapa sin la rosa de los vientos, los lamentos de un poema cuando se recita en prosa,

Tú que eres creación de Julio Verne, eres la anestesia por la cual mi Führer duerme, tú que eres capaz de brindarme verbo, de hacer colibrí al cuervo, de amarme y quitarme el armamento,

Tú, tan delicada y tan fuerte, tú, delicada y eficiente,

Ríes y te lamentas,

Retrocedes y lo intentas,

Pasas hambre y te alimentas,

Tú pasiva, tú violenta,

Tus millares de violetas, tus mares, tus gaviotas, tus lunares, abundantes circundantes, marabuntas que ¡acribillan y derrotan! A mis cuadrillas, a mis mil notas;

Eres el alcohol para este alcohólico que se ahoga en letras y se la pasa melancólico, ya sólo quiero preguntarte ¿Por qué eres como el invierno?, siempre un tanto amargo, pero también un tanto tierno…

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