Síndrome de Estocolmo en las relaciones de
pareja que han vivido violencia
Amairani Jocelyn
Velasco Pérez y José Francisco Contreras Hernández
Instituto Universitario
Carl Rogers
Licenciatura en
Psicología
El
presente ensayo habla sobre el Síndrome de Estocolmo en las relaciones de pareja
que han sufrido violencia. Estas personas sufren el abuso físico, emocional o
sexual constantemente; algunas personas continúan en la relación
voluntariamente, sin embargo, otras víctimas no pueden escapar fácilmente, por
consecuencia, con el tiempo comienzan a ver el mundo como el agresor. Las
características de este síndrome, son las justificaciones y mentiras que usa el
agresor para justificarse a sí mismo y sus actos abusivos, la victima comenzará
a justificarlo y puede llegar al punto en que no se da cuenta que no piensa por
sí misma.
El
abusador comienza a aislar a su víctima de todo contexto social y familiar,
desplaza culpas de actos no cometidos a la víctima y esta comienza a
distorsionar su realidad tolerando infidelidades, abuso sexual, minimización
como persona, cambios de ánimo o probablemente somatización de situaciones
provocadas por su agresor.
Desde el punto de vista psicológico y de la rama criminalista puede ser beneficiado ya que los
estudios de este tipo están considerados como una de las múltiples respuestas
emocionales que puede presentar la victima a raíz de la vulnerabilidad y
extrema indefensión que produce el cautiverio y aunque es una respuesta poco
usual, es importante entenderla y saber cuándo se presenta y cuándo no. Además,
con frecuencia se convierte en una de las mayores preocupaciones expresadas por
los familiares de los secuestrados después de la liberación
El 23 de agosto de 1973, dos
delincuentes armados con ametralladoras entraron en un banco de Estocolmo,
Suecia. Blandiendo su arma, un hombre fugado de una prisión llamado Jan-Erik
Olsson anunció a los aterrados empleados del banco que "La fiesta acaba de
empezar". Los dos atracadores tomaron cuatro rehenes, tres mujeres y un
hombre, durante las 131 horas siguientes. Los rehenes permanecieron atados con
dinamita en una cámara acorazada del banco hasta que finalmente fueron
rescatados el día 28 de agosto. Tras su rescate, los rehenes mostraron una
actitud impactante, si tenemos en cuenta que los habían amenazado, maltratado y
temieron por sus vidas durante unos 5 días. En sus entrevistas en la prensa fue
evidente que apoyaban a los secuestradores y temían a los agentes de la ley que
fueron en su rescate. Los rehenes habían llegado a pensar que los
secuestradores estaban en realidad protegiéndoles de la policía. Una mujer
mantuvo después una relación con uno de los criminales y otra creó un fondo de
defensa legal para ayudar con los gastos de la defensa. Evidentemente, los rehenes
habían creado un vínculo emocional con sus secuestradores (Montero Gómez, 2010).
Síndrome
de Estocolmo
Mientras que el estado psicológico en
situaciones de secuestro se conoce como el "síndrome de Estocolmo"
debido a la publicidad, el vínculo emocional con los secuestradores es una
historia familiar en psicología. Se había observado muchos años antes y se
encontró en estudios de otros rehenes, prisioneros o situaciones abusivas como:
Niños maltratados, Mujeres maltratadas, prisioneros de guerra,
miembros de sectas, víctimas de
incesto, situaciones de secuestro criminal, prisioneros de campos de concentración, relaciones controladoras e intimidantes.
El síndrome de Estocolmo se vive desde un
secuestro implica que los rehenes no cooperarán demasiado en el rescate o
proceso judicial. El personal policial ha reconocido desde hace tiempo este
síndrome en mujeres maltratadas que se niegan a presentar cargos, pagan las
fianzas de sus maridos o novios e incluso atacan físicamente a los agentes de
policía cuando llegan para rescatarlas de un ataque violento, también puede encontrarse en relaciones familiares, románticas o
interpersonales. ¿Por qué la pareja agredida no deja a su
agresor? ¿Por qué no denuncia la agresión? ¿Por qué, si se atreve a denunciar,
posteriormente (en muchos casos) retira la denuncia? ¿Qué siente las parejas
agredidas en las diferentes etapas de la agresión? ¿Cómo es que llegan a constituirse
en víctimas?
Entonces
podemos definir al síndrome de Estocolmo en las parejas como un estado
psicológico temporal que aparece en la persona (victima) y que consiste en que
el abusador se muestre comprensivo y benevolente a pesar de ejercer violencia sobre
su pareja y que esta pueda identificarse progresivamente con sus ideas durante
toda la relación (Domen, 2005).
En la actualidad
se ha establecido una lista indefinida
debido a la variedad de opiniones entre los investigadores y expertos que
hablan sobre el tema, teniendo en común varios de estos rasgos que estarán
presentes durante la relación de pareja: Sentimientos positivos de la víctima
hacia el abusador/controlador,
sentimientos negativos de la víctima hacia familiares, amigos, o autoridades
que tratan de rescatarlos o apoyarlos en su liberación, apoyo a las conductas y
sentimientos del abusador, sentimientos positivos del abusador hacia la
víctima, conductas de apoyo de la víctima, a veces ayudando al abusador,
incapacidad para llevar a cabo comportamientos que podrían ayudarla en su
liberación o desapego. El maltratador puede ser un
marido o esposa, novia o novio en el que el maltratador esté en una posición de
control o autoridad.
Hay especialistas en salud mental que afirman
que el síndrome
de Estocolmo no solamente lo sufren personas secuestradas,
pues establecen que hay quienes por alguna razón son incapaces de huir del
sometimiento psicológico por parte de un agresor, que bien puede ser esposo(a)
novio(a).
En
relaciones de pareja se ve el abuso con frecuencia. El abusador comienza un
proceso de aislar a su víctima de todo contexto social y familiar a partir del
chantaje, una de las frases más comunes del maltratador son: “mira lo que me
obligas a hacer” o “esto es lo que te mereces.” Con el tiempo la víctima se
cree que se merece el abuso y hasta que sus acciones son la causa. Tolera
múltiple infidelidades, abuso sexual, contantes comentarios degradantes y muchas
otras cosas de manera indirecta ya que el abusador o controlador hace amenazas
sutiles para que nunca lo abandone o tenga otra pareja (Montero, 2006).
El perfil de
las víctimas se caracteriza por que
tienen la sensación de andar siempre, temerosas de decir o hacer algo que
pudiera dar lugar a un episodio de violencia. Para sobrevivir, comienzan a ver
el mundo desde la perspectiva del abusador. Empiezan a actuar de modos que
saben que agradarán al abusador o evitan aspectos de sus propias vidas que
podrían causar un problema.
Entonces las víctimas se alejan de
sus familias, temiendo que el contacto familiar pueda provocar abuso adicional
y violencia en la casa. En este punto, las víctimas reniegan de sus padres y
amigos, diciéndoles que no llamen y dejen de interferir y rompen la
comunicación con otros.
A diferencia del perfil del abusador
se caracteriza por una baja tolerancia, un temperamento explosivo, son muy
inseguros, excesivamente posesivos y celosos, tienen una fuerte necesidad de
controlar a los demás, necesitan de personas sumisas que se sometan a su
voluntad, no se comprometen afectivamente, son demandantes, culpan a los demás
de sus propios problemas, no tienen consideración ni sienten o demuestran
empatía y por lo general utiliza múltiples
métodos y manipulación para aislar a la víctima de los demás. Cualquier
contacto que la víctima tenga con personas que la apoyan es recibido con
acusaciones, amenazas o estallidos violentos. De acuerdo con el
abusador/controlador, empieza a verlos como personas que causan problemas y hay
que evitar (Montero, 2007).
Los
ciclos de agresión pueden presentarse en una pareja en forma regular o estar
separados por diferentes períodos. Pueden aparecer tempranamente en la
relación, puede ser al mes de estar conviviendo o tomar tiempo para aparecer
como puede ser después de varios años de convivencia (Batres, 1996)
La Diferencia entre el ciclo del Síndrome de Estocolmo y el ciclo
de la violencia es muy grande ya que encontramos características específicas en
cada uno. Por ejemplo en el ciclo de la violencia descrita por Leonor Walker se
manejan por fases y que se pueden volver a repetir constantemente, la primera
fase es el aumento de la tensión. En esta fase las victimas están muy alertas
de las manifestaciones y tratan, por todos los medios de “calmar” al agresor,
su tiempo de duración pueden ser días, semanas, meses o años, en donde ocurren
incidentes de agresión menores: gritos, peleas pequeñas. La segunda fase es un
incidente agudo de agresión: se caracteriza por una descarga incontrolable de
la violencia física su tiempo de duración puede ser de 2 a 24 horas algunas de
sus características son, descarga incontrolable de las tensiones que se han
venido acumulando en la fase anterior, hay falta de control y destructividad
total, el agresor está fuera de control, puede ser gravemente agredido, se
sufre de tensión psicológica severa, expresada en insomnio, pérdida de peso, fatiga
constante, ansiedad, etc. En la tercera fase podemos observar el
arrepentimiento que se caracteriza por un comportamiento cariñoso y arrepentido
por parte de la persona violenta, puede tener un tiempo de duración
generalmente es más larga que la segunda y más corta que la primera, algunas de
sus característica son un comportamiento extremadamente cariñoso, amable y de
arrepentimiento por parte del agresor, trae un inusual período de calma, la
tensión acumulada en la fase uno y liberada en la fase dos ha desaparecido, el
agresor generalmente se siente arrepentido, suplica perdón y promete que no lo
hará nunca más. Cree que puede controlarse y cree que ella ha aprendido la
lección, inicia acciones para mostrar su arrepentimiento: le da regalos, le
ayuda en la labores de la casa, la lleva a pasear, etc.
Ya que
tenemos la información necesaria del ciclo de la violencia podemos diferenciar
a grandes rasgos al síndrome de Estocolmo ya que este ciclo, descrito por
Dutton y Painter está conformado por cuatro etapas donde se genera un cariño enfermizo que mantiene a la víctima
unida al maltratador, genera
un sentimiento equivocado de sumisión dándole la razón al agresor. La primera
etapa este conformado por los
primeros maltratos, en esta primera etapa se presentan las primeras
agresiones que pueden ser solo gritos sin llegar a la agresión
física, la víctima considera que no va a llegar a más, el victimario pide
perdón y su compañero lo acepta estando convencido que no se repetirá. La
victima entra en un estado de depresión, no sabe qué hacer se encuentra
desorientado. La segunda etapa consiste en la
violencia y reorientación, en donde se producen nuevas agresiones, en esta
etapa la violencia cobra mayor intensidad y frecuencia la victima busca
reorientarse analizando donde está fallando, trata de conseguir apoyo en su
entorno pero este se encuentra minimizado por el miedo de confesar el problema
que está confrontando y prefiere
callar por vergüenza. La tercera etapa es del desafío, en donde la víctima afronta la situación de maltrato,
se convence que el castigo recibido es merecido y adopta la manera de pensar
del agresor. Trata de manejar la
situación cumpliendo las reglas que le dicta su compañero para no
recibir un nuevo castigo, toma la posición de resistencia pasiva. La cuarta
etapa es la adaptación del ciclo del síndrome, en esta etapa la victima percibe los eventos de una forma
positiva provocando en la victima un sentimiento de dependencia. La culpa y el ‘’amor’’ une a la víctima
con su maltratador, la presencia continua creando un sentimiento positivo y permitiendo que la relación
pueda perdurar en el tiempo. Analizando detenidamente ambas partes podemos
notar que hay una gran diferencia a nivel emocional y cognitivo.
Conclusiones
Podemos concluir diciendo que en definitiva la victima
dentro del síndrome de Estocolmo ya no sabe cómo manejar situaciones de pareja,
porque haga lo que haga, diga lo que diga puede ser motivo de discusión. Esto
la lleva a aislarse de su contexto ya que con menos contacto tenga será muy
mínima la posibilidad de que se presenten más conflictos con su agresor, todo
esto conlleva a que la víctima se anule como persona principalmente en su
integridad al no poder expresarse, actuar y ser tal cual. En ocasiones recurre
a ocultar o justificar sobre situaciones por el temor a que su agresor se enoje
la/lo castigue o recrimine lo que ha
dicho o ha hecho y esto genere un acto violento.
Comúnmente todas aquellas/os victimas viven con constante preocupación de
que por alguna acción mínima por parte
de esta será motivo de problemática un ejemplo:
alguna persone que llegue a saludar por cortesía , comentarios, miradas, alguna
reunión o cualquier otra situación podría ser ya un motivo de problema para la
víctima, cabe destacar que en todo momento existe acumulación de tensión en
estas personas por el temor de que en cualquier momento pasara algo que siga
dañando su integridad con el paso del
tiempo van dejando de hacer cosas que ellos solían hacer para evitar algún tipo
de contacto social, amigos, familiares, etc.
Sin embargo aunque
evite todo esto, nunca será suficiente ya que cuando crea que todo lo tiene
bajo control con el simple hecho de una interpretación distorsionada por parte
del controlador nuevamente surgirá la
problemática sin razones coherentes y la victima seguirá siendo la inferior al agresor.
Bibliografía
Domen, L. (2005). Un vínculo incomprensible entre sus protagonistas: El Síndrome
de Estocolmo. Colombia:
Encrucijadas.
Montero, A. (2007). El
síndrome de Estocolmo en mujeres y hombres
maltratados. España:
Sociedad Española.
Montero, A. (2010). Psicopatología del Síndrome de Estocolmo. España:
Ciencia
Policial.
Montero, A. (2006). Consideraciones
criminológicas sobre el síndrome de
Estocolmo. España: Alianza.
Montero
Gómez, A. (2009). Psicopatología del
síndrome de Estocolmo: Ensayo de
un modelo etiológico.
Disponible
en http://www.caminos.org.uy/sindromedeestocolmo.pdf
Walker,
L. (2010). Protocolos para la atención de la violencia. Madrid.
http://www. medico.com/estocolmo- -ciclo-violencia.pdf
No hay comentarios:
Publicar un comentario