Terapia Gestalt para el manejo del introyecto culpa en
una religiosa
Alfredo
Arturo Perera Méndez
Instituto
Universitario Carl Rogers
Maestría en
Psicoterapia Humanista
Resumen
En el proceso de
re significación se tiene la oportunidad de crecer desde el propio basamento
que ofrece el dolor que existencialmente algunas personas deciden experimentar
desde la inconciencia de sus propios introyectos. Esta oportunidad se puede
potencializar mediante la Gestalt, para generar en el acompañamiento
terapéutico el re encuadre existencial de la consultante, utilizando los mismos
introyectos y experiencias de su vida que la llevaron al sentimiento de culpa y
estado neurótico que suelen acompañar a personas con sentimientos arraigados
desde la infancia y adolescencia. La Gestalt es pertinente en este tipo de
casos, ya que frente a la libertad que una persona puede ejercer, ésta puede
decidir la actitud que tomará ante su propio destino. Por ello, con la terapia,
la paciente se dio cuenta de sus introyectos de culpa derivados de la relación
percibida por ella con su madre y su miedo a contactar con sus emociones, a
reconocer su temor de moverse de su zona de seguridad y a manejar sus dolores
crónicos físicos. Lo anterior permite concluir que la consultante necesita
continuar con su proceso terapéutico para que ella, desde sus nuevas figuras
que emerjan, sienta lo que necesita hacer con la toma de conciencia de sus
introyectos de culpa derivados de su sentir con respecto a la relación con su
madre.
Palabras clave: Introyecto,
culpa, resignificar, Gestalt.
Abstract (Summary)
In the process
of resignification you have the opportunity to grow from the base itself which
provides pain existentially some people choose to experience from
unawareness of
their own introjects. This opportunity can potentiate by Gestalt, to generate
in the therapeutic support the re existential frame of the questioner, using
the same introjects and experiences of his life that led to guilt and neurotic
state that often accompany people with feelings rooted from childhood and
adolescence. Gestalt is relevant in such cases, as opposed to freedom that a
person can have, this attitude can decide to take their own destiny. Therefore,
with therapy, the patient realized their introjects of guilt arising from the
perceived relationship for her with her mother and her fear of contact with
their emotions, to recognize their fear of leaving your security zone and
manage their physical chronic pain. This allows to conclude that the client
needs to continue its therapeutic process for her, from her new figures emerge,
feel you need to do with the awareness of their introjects of guilt arising
from their feeling about her relationship with her mother.
Introducción
En la presente investigación, el
concepto de culpa se entiende como la acción u omisión que provoca un
sentimiento de responsabilidad por un daño causado o por la falta de
cumplimiento ante un debeísmo introyectado, entendiendo como introyecto la idea
sembrada, generalmente por los padres en sus hijos, sobre lo que el niño debe
ser para sí mismo y para los demás. Sobre lo anterior, en las congregaciones
religiosas de orden católico, el manejo del introyecto culpa al resignificar su
vivencia en los valores y en el contexto de la familia, están relacionados con
los practicados en el basamento de los ideales religiosos. Estos ideales
religiosos sintetizados en su propio ideario (misión, visión y carisma), marcan
un estilo de vida en la persona que decide aceptarlos, porque una religiosa en
una congregación como la citada en este artículo, se consagra a la obediencia
absoluta, al sigilo y al recato en la manifestación de sus emociones y
sensaciones, las cuales, al ser imposible contenerlas y pensarlas, generan culpas
que, desde el deber ser, el paciente las incorpora como parte de su plan de
vida. Al respecto, el
introyecto de la culpa desde el enfoque religioso, se asocia con lo que Castro
(2014) señala: “la culpabilidad encerrada en nuestro interior y alimentada por
auto reproches, es un sentimiento muy destructivo” Lo anterior se puede percibir desde una relación
dialéctica y axiológica simultánea entre el deber y el querer ser, desde una
necesidad introyectada o una construida, en la base de una necesidad genuina
resultante de las experiencias significativas que ofrece la vida a la paciente.
Si se parte de lo
anterior, la Gestalt, entendida como la idea que surge del fondo en la conducta
presente del paciente en su proceso de darse cuenta de sí mismo, es una opción terapéutica para implementarla
en los contextos de un paciente con problemas de manejo de la culpa. En este
sentido, es posible modificar la manera en que se percibe al ser humano, es
decir, de un ser en riesgo, enfocado en sus necesidades y enfermedades, a un
enfoque existencial apuntalado en sus fortalezas y recursos que la persona
tiene para sí mismo y a su alcance.
La Gestalt sirve como vía para
acompañar a una persona a encontrar sus puntos percibidos como débiles, aun
cuando no lo sean, porque su función no es debilitarla, sino fortalecerla desde
el contactar con sus emociones sin mayor miedo que el mismo miedo natural por
enfrentar lo desconocido.
Lo anterior nos habla
que en la naturaleza física, débil y vulnerable de la especie humana, está su
necesidad y capacidad para fortalecer la mente y el espíritu desde la
autorregulación. Al respecto, Robine (2007) escribe que: “la autorregulación es
sana si el campo no está perturbado por ciertos factores socioculturales, es
decir, si nada del exterior al campo no viene a perturbar el proceso de
contacto en curso”. Ello significa que la existencia misma implica a su
entorno, ya que no hay organismo sin entorno. Es decir, en diversas ocasiones
las empresas ofrecen la ilusión a sus empleados de sentirse libres en el
trabajo, como
alternativa para paliar la sensación de
sentirse cautivos en su vida personal y evitar así que esa sensación la
trasladen al ámbito laboral. Lo anterior, incluso ocurre en una congregación
religiosa, porque “el trabajar para Dios”, desde lo espiritual, también es
demandante y, por ende, el campo organismo-entorno, desde la autorregulación,
permite a cada individuo un ajuste creativo a la medida, en lo personal y en lo
laboral.
Es correcto considerar la toma de conciencia de
nuestro ser motriz y sensorial. Robine (2007) explica su importancia porque: “es
integradora del conjunto de los datos del campo (awareness), ya que la
proximidad con la parte sensorial de cada quien, posibilita la “consciusness”,
o conciencia reflexiva y del pensamiento”, ya que si el consultante no se
contacta en terapia Gestalt para restablecer una continuidad de conciencia, desde
valorar el instante que se vive, es posible que la frustración por no superar
la culpa se ancle y se puedan producir cuadros depresivos leves y agudos, por
no tener un enfoque correcto para desarrollar una postura frente a su vida. Al
respecto es fundamental que el terapeuta atienda la figura perfilada por su
consultante y los fondos que se perciben en cada sesión.
Si bien el determinismo no es útil en el ejercicio
de la Gestalt, si es conveniente la delimitación en la praxis de la consulta,
ya que el manejo de los introyectos generadores de culpa y su relación con la
religión, constituyen el registro secuencial de datos e introyectos que se
producen y se manifiestan en las mismas sesiones, en las que el progreso
significativo se percibirá en la interiorización y aprehensión sana de
significados en la toma de conciencia,
para poder perfilar un ajuste creativo que ayude al consultante a salir de su
fijación e inmovilización y así acompañarlo en terapia a que construya un
verdadero contacto con su entorno.
Respecto a este acompañamiento terapéutico para
construir un contacto que permita salir al paciente de su fijación y provocar
el moverse, García Licea (2005) apunta que: “las resistencias son útiles para
enfrentar las situaciones de la vida de mejor manera, ya que son una energía
valiosa de la personalidad”. Es importante considerarlo ya que los tres tipos
de resistencias que corresponden a los tres componentes de la personalidad
(somáticas, emocionales e intelectuales), nos hablan de todo lo que puede
afectar el cuerpo y que tiene relación con la energía contenida, que al impedir
en el paciente el contacto consigo mismo, causa daño porque no es expresada por
los canales adecuados. Por lo anterior, el control de las emociones de la
paciente son sus defensas, que entran en acción para evitar entrar en conflicto
con algo o alguien que le evoca, en su Aquí
Ahora, con su relación de conflicto original con la que está en todavía en
lucha.
Por
otra parte, Salama Penhos (2006) comenta que la base del TPG es reconocer los
procesos fisiológicos y emocionales que una persona experimenta en una
situación de reto. Al respecto, la Gestalt desde las actitudes manipulativas
como juegos que la persona utiliza para manipular el ambiente se conecta con lo
argumentado por Perls, quien comentaba que el neurótico busca manipular el
mundo para que este cambie y así evitar cambiar él mismo. En este punto, la
culpa en terapia se puede considerar como la herramienta manipulativa del
paciente para deflectar y evadir la confrontación consigo misma, la máscara que
facilita la retroflexión del paciente y, en los casos más severos, se sientan
las bases para que se construya la promesa auto cumplidora desde el anclarse a
una culpa existencial, que no se quiere abandonar, por las ganancias
secundarias que puede proveer al paciente para envolver, en ciertos casos, al
propio terapeuta.
Con base en lo anterior, el mismo autor en su obra
(2007): Psicoterapia Gestalt, proceso y metodología, comenta que: “las introyecciones son el
producto de habernos tragado sin masticar los mensajes negativos que nos dieron
o aprendimos cuando éramos niños”. Esto
implica que las introyecciones nutren al Pseudo yo, que es distónico con el Yo,
porque éste último se alimenta sanamente con las internalizaciones que son la
adquisición de los mensajes positivos que se recibe en la infancia. Por lo
general, la culpa se desarrolla con las introyecciones y, para efectos
detallados del caso que ocupa este trabajo, un ejemplo de introyección que
propone Salama es, precisamente son: “debes ser bueno” y “no mereces
disfrutar”, los cuales, por supuesto, lastiman la autoestima y el auto concepto de la persona.
Si bien Carl Rogers, no se encuadra tampoco en el
enfoque Gestalt, no significa que no pueda ser retomado desde algunas de sus
aportaciones humanistas. En su obra: El
proceso de convertirse en persona, Rogers (2012) cita una serie de
remembranzas en las que describe sus enseñanzas más significativas, de las
cuales se destaca la siguiente idea: “soy más eficaz cuando puedo escucharme
con tolerancia y ser yo mismo”. Sobre el sentido terapéutico del humanismo
Rogeriano y la búsqueda Gestáltica del darse cuenta para que la persona se asuma
responsable de sus acciones y consecuencias, es importante señalar que el
sentimiento de culpa que se genera desde la interpretación de las sensaciones
que cada persona realiza con base en su historia de vida e introyectos y que el
consultante reconozca su necesidad de darse cuenta desde su propia escucha en
terapia, que la acción de modificarse a sí mismo que plantea Langle, sólo se
producirá con la condición que señala Rogers. Pattakos (2009) en su libro: En busca del sentido, ofrece un método
de análisis del sentido, que bien se puede asociar a las interpretaciones sobre
la vivencia de la culpa de Langle, ya que tiene como objetivo ayudar a la gente
a tomar el control de su vida desde la humanización del trabajo, al descubrir
los valores que se forman colectivamente. Desde el enfoque existencial del que
no es ajeno la Gestalt, Martínez (2013) establece
tres corrientes existencialistas: la atea, la religiosa y la literaria. La
religiosa, encabezada por Kierkegaard, Jaspers y Marcel. Desde estos autores,
es posible hablar de una visión del introyecto como vía para la culpa
existencial en una religiosa con formación rígida desde sus padres, en la que
el ser humano está dotado de una serie de condiciones físicas y
socioculturales, que bien se pueden considerar como las establecidas, es decir,
“lo dado”, ante lo cual el ser humano necesita hacer elecciones mediante el
ejercicio de la voluntad de sentirse libre y sin las ataduras que surgen por
los apegos.
Moneta, Claudia (2009) afirma que: “el apego se
considera un sistema interno autogenerado e instintivo que alcanza metas que le
permiten sobrevivir a la persona”. Lo anterior establece un parámetro de
referencia cualitativo en el que una persona podrá relacionarse con otras, así
como la calidad de dichas relaciones.
Por lo anterior, los
objetivos desde la Gestalt en casos como el referido en este artículo, deben
centrase en identificar los factores que generan el sentimiento de culpa en el
contexto familiar y religioso de la consultante; registrar los cambios que se
producen en las emociones, sensaciones y conducta al trabajar la regulación de
la conducta apoyados en sus propios introyectos que en algún momento de su vida
le fueron útiles, pero que ahora en su vida presente, le generan culpa y, por
último, asociar los cambios que se producen en las emociones, sensaciones y
conducta en las relaciones interpersonales durante el proceso terapéutico, al confirmar,
desde el acompañamiento en terapia, los logros alcanzados por el paciente.
Método
El método utilizado
de investigación es cualitativo descriptivo, ya que en éste se utilizan
descripciones interpretativas y se analiza al sujeto de forma natural.
Sujeto
El
estudio se centró en el caso de una mujer de 46 años de edad, con grado de
licenciatura y maestría en Pedagogía, religiosa de orientación Católica y
directora de una escuela preparatoria. Vive y trabaja en una Congregación
Religiosa y cuyo apostolado es la educación de niños y de jóvenes. Es la
tercera de cinco hermanas de mayor a menor. Sus padres viven y actualmente su
madre de 83 años padece demencia senil y requiere cuidados costosos y
especializados. Su padre de 85 tiene Alzheimer. Ella junto con sus hermanas
biológicas, comparte el cuidado de ambos padres. Su complexión es robusta y con
sobrepeso, cara redonda y ojos grandes, estatura 1.61mts, tez morena clara,
cabello oscuro y lacio. Manifiesta dolor crónico en rodilla derecha, migrañas
en ambos lados de la cabeza, aftas bucales, infecciones de garganta, tos con
aparición frecuente y padece de presión alta. Usa lentes con aumento moderado.
Previo a la aplicación de la estrategia terapéutica, la consultante era incapaz
de reconocer la existencia de un sentimiento de culpa, al justificar desde el
actuar de otros, su obsesión por controlar lo que le rodea al sentirse incomprendida en su ambiente de
trabajo y familiar y por no saber qué hacer ante la enfermedad que padece su
madre.
Herramientas
En la fase de
diagnóstico, se recurrió a las siguientes técnicas para detección de
necesidades y conocer los intereses de la mujer religiosa-católica:
a) Entrevista
semiestructurada para integrar su historia de vida, identificar sus
necesidades, intereses y aspiraciones, así como el manejo de las emociones e
identificación de las mismas.
b) Autobiografía
de la paciente (nacimiento, vida familiar, sexual, profesional)
c) Aplicación del
TPG para identificar sus bloqueos al principio, durante y final del proceso de
terapia.
d) Técnicas
expresivas (Exageración de movimientos, motivación para diga lo que desea, que
señale el significado de las cosas que desea).
e) Técnicas
supresivas (Experimentar el vacío y conectar el dolor).
f) Técnicas
integrativas (fantasía guiada).
g) Trabajo de
polaridades.
h) Técnicas de PNL
como caldeamiento para relajar dolores crónicos de cabeza y de rodilla.
Procedimiento
La primera fase fue exploratoria
(entrevista, autobiografía) para percibir cómo ella, desde su educación
familiar y católica, construyó su introyecto de culpa. Al respecto, desde su
tipología masoquista (fenomenología), fue necesario trabajar siendo sensible a
su frontera de contacto para formar un ambiente de confianza, sin confrontar
sus resistencias para que la intervención del terapeuta fuera aceptada de
fondo. La estrategia de intervención durante esta primera fase se fundamentó en
la aplicación del TPG de Salama y cuyo resultado se apoyó en la fenomenología
observada en la paciente durante las sesiones de esta fase. Respecto al TPG
aplicado, se detectaron características disfuncionales en la zona interna del
sentir y la zona intermedia o del pensar, con un marcado trastorno
obsesivo-compulsivo confrontado desde el valor de la honestidad en la fase tres
y cuatro del ciclo. Esto permitió identificar los factores que generan el
introyecto de la culpa en el contexto familiar y religioso, ya que fue posible
percibir que el trastorno obsesivo compulsivo proviene de la rígida formación
introyectada desde casa, sobre todo por las experiencias vividas por la
paciente con su abuela. Por ello, se decidió enfocar el trabajo de las sesiones
explorando la relación de rechazo de la paciente con su madre y la rígida
instrucción recibida en la casa de la abuela.
En
la segunda fase del proceso
terapéutico, con base en la oralidad y la fenomenología de la paciente, se
pudieron percibir algunas resistencias respecto a la utilidad de la terapia.
Estas resistencias se palearon con PNL en dos sesiones, para ayudar a la
consultante con un dolor crónico de rodilla derecha y con cefaleas
intermitentes en ambos lados de la cabeza. Se realizaron ejercicios de
respiración y relajación para trabajar la voz del síntoma y, de esta forma,
enseñarla a manejar dichos malestares cuando se le presentaran, pero sobre
todo, el propósito fue ganar su confianza en favor del proceso.
Como
parte de una continua exploración de las figuras que emergieron en cada sesión
se agregaron al caso, se tomó nota de algunos factores externos que
contribuyeron en el contactar de las emociones de la paciente, quien por esos
días sufrió la decaída severa de su madre a quien se le declaró alzhéimer, la
problemática económica para costear a una persona que la cuidara y la falta de
acuerdos entre sus hermanas para tomar decisiones sobre la compra de los
medicamentos para paliar este padecimiento. En este punto, se consideró aplicar
nuevamente el TPG a la religiosa para establecer con certeza sus introyectos,
resistencias, bloqueos y poder percibir la figura principal emergente del fondo
que detona la culpa. Para lograrlo, se trabajaron técnicas expresivas en la
desensibilización de la paciente para reducir su intelectualización, es decir,
reducir sus “historias” racionales y ampliar su espectro de contacto emocional
consigo misma. Se comenzó a trabajar desde sus proyecciones con el “debe” que
la paciente arrojó en la exploración inicial durante la segunda fase de la
terapia y que apareció con más frecuencia y, en este caso fue “no debo pensar así”.
En
la tercera fase de la terapia se
continuó con el trabajo de proyección e introyección utilizando por primera vez
técnicas supresivas para confrontar a la religiosa desde la racionalización de
sus historias. En la proyección, se buscó fortalecer el asumir la
responsabilidad de sus propios actos, tanto en contra de quienes le rodean y
hacía ella misma. Después se abordaron sus introyectos familiares y religiosos;
se utilizó la propia literatura bíblica conocida y referida por la consultante
para acompañarla en el reconocimiento y superación de sus propios miedos. El
uso de las parábolas religiosas para asociar sus proyecciones con sus
introyectos fue un recurso terapéutico importante en el darse cuenta. Se
utilizaron fantasías dirigidas y el trabajo con sillas para expresar todo lo
contenido y resignificar la relación con
su madre desde la culpa.
Posteriormente con
el abandono gradual de los “debeísmos”, se acompañó a la paciente religiosa en
el aprender a utilizar la palabra “quiero”, en sustitución de los “debo y
tengo”, con el uso de las polaridades desde lo que implica su condición de
religiosa para extrapolar las limitantes de su ser consagrado a Dios y a la
obediencia de sus superioras, con sus aspiraciones reales.
Resultados
Los ejercicios de
respiración funcionaron como un complemento para reducir notoriamente el dolor
de cabeza y tensión del cuello de la religiosa, lo cual facilitó que confiará
en el proceso y se permitiera contactar más con sus emociones y bajar sus
defensas frente al terapeuta. y abandonar gradualmente sus “debo y tengo” y
sustituirlos por los “yo quiero”.
Durante
la segunda fase las situaciones familiares que afectaron emocionalmente a la
religiosa se aprovecharon en terapia para acompañarla con más facilidad en su
proceso de catártico, al contactarse consigo misma, ya que no se había
permitido llorar hasta el momento de la segunda fase del trabajo terapéutico y
su problemática de vida propició ese ambiente para trabajar su sentir,
reduciendo con ello su sintomatología física. En esta segunda fase se logró abandonar gradualmente sus “debo y
tengo” y sustituirlos por los “yo quiero”.
Los
resultados obtenidos en la aplicación del TPG, durante las tres fases
reportadas fueron significativos, ya que las características disfuncionales
registrados en la primera fase de la terapia, se transformaron en desbloqueos,
porque la consultante reconoció su miedo a moverse, salir de su zona de
seguridad y soltar lo que ella “piensa que debe hacer” y tomar “lo que
quiere”.
El
TPG en la tercera fase corroboró nuevamente que los ejes desbloqueados
continuaron así y que no fueron un reflejo momentáneo, está consciente de sus
necesidades por trabajar, reconoce sus miedos y la necesidad de un acercamiento
genuino y amoroso con su madre, paciente y calmo. La enfermedad de su progenitora
y expectativa de perderla han apoyado significativamente los resultados
favorables en la aplicación de las técnicas expresivas y supresivas
primordialmente. Es importante continuar acompañando a la paciente en este
nuevo proceso de crecimiento que enfrenta.
Conclusión
El proceso de
terapia Gestalt aplicado a este caso, permite concluir que la paciente requiere
continuar con sus sesiones para que, desde sus nuevas figuras que emerjan,
perciba lo que necesita hacer con la toma de conciencia de sus introyectos de
culpa derivados de las relaciones debeístas con su madre, pero con base en el
Aquí y Ahora, para que, en una cuarta fase terapéutica, trabaje en la re
significación de la relación rumiada con ella desde el pasado, pero ahora con
un darse cuenta que le permite asumir nuevos enfoques en su presente.
Respecto
a lo anterior, la nueva oportunidad que la consultante se da para desarrollar y
contactar sus emociones, plantea que
en el campo de la terapia Gestalt, la autorregulación es posible considerando
que ahora la persona sabe que puede soltar aquello que alguna vez le fue
funcional y que ahora asume como un lastre porque ya no le es útil. Esto último
facilita incorporar nuevas emociones desde los ajustes creativos que en la
relación paciente terapeuta se puedan producir.
Es importante cerrar mencionando que la
paciente, desde su propia fenomenología observada durante las terapias, comenzó
a escuchar el lenguaje de su cuerpo y a darse el permiso de manejar lo que éste
quería decirle desde el síntoma. Si bien en la primera fase terapéutica se
utilizaron algunos ejercicios de respiración obtenidos de PNL, no estaría de
más incorporar, como parte de una estrategia para continuar su terapia, nuevas
formas de contacto corporal para que aprenda a escuchar la voz del síntoma con
mayor asertividad.
Bibliografía
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García Licea, F. (2005). Psicoterapia
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Salama Penhos, H. (2006). Ciclo Gestalt
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Rogers, C. R. (2014). El
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Moneta, M. E. (2009). El apego: Aspectos clínicos y psico biológicos de la díada madre-hijo. Santiago
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Pattakos, A. (2009). En busca del sentido. Barcelona, España:
Psicología Hoy.
Martínez Andrés, Y. (2013). Filosofía existencial para terapeutas y uno
que otro curioso. México: LAG.
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