La razón de un desconcierto
Por: Jaqueline Corona Moreno
Participante destacado del Concurso "Cuéntanos tu
cuento 2017”
Las historias son interesantes, más cuando se tratan de
enfrentar a la vida.
Estas suelen comenzar con inocentes principios que
desencadenan un final feliz. Pero iniciar la historia con un sentimiento de
desconcierto, puede ser uno de los comienzos más honestos de la realidad.
La vida no es color
de rosa, y eso, eso es lo interesante. Atravesar por tonalidades de emociones y
panoramas encubiertos de experiencia, arma el drama de cada persona. Y en esta
parte llega el momento de aterrizar el síntoma de Briseida. Aquella chica que
luce con sueños de juventud, así como luce alguien común a sus 20, con una piel
blanca y reluciente por la edad, cabello largo y negro, con diminutas ondas y
unos ojos color miel que hipnotizaba al mundo en un parpadear. Vivía en una
ciudad pequeñamente grande como para perderse en algún lugar y al mismo tiempo
encontrarse con el mundo entero. Dedicada a cosas simples y verdaderas como ella,
de día era dedicación al instante, de tardes era compañía, de noche poesía o un
simple canto de dormir. Extrovertida por ratos y tímida en un casi siempre. Con
tan amplia descripción puedo decir que Briseida estaba enamorada, sí, enamorada
de lo que sentía, de su síntoma.
Todo comenzó un mes de julio, cuando ella se encontraba
cenando con sus padres y hermanos, cosa cotidiana de lo que hacía en sus
domingos. No faltaba mucho para que llegará noviembre, y ella lo sabía. Tenía
años que siempre esperaba este mes con temor y desconcierto, todo parecía ser
un mensaje debajo del agua, pero en el fondo ella lo sabía, ella sabía todo.
Recuerdo que aquella noche que ella me contó lo que sentía con la llegada de
noviembre, no lograba entender el meollo del asunto. Aún con el paso de los
años he intentado armar un sin fin de hipótesis para comprenderla, pero la
frustrante verdad es que no la sé. Contarte a ti tal vez sea un modo de sacar
ese dolorcito que al conocer su historia te invade, y es que lo hace de tal
forma que lo sientes tuyo.
Para ser verdad,
recuerdo que desde que la conocí siempre transmitía algo, principalmente
ingenuidad para ver la vida. Y todo eso cambio cuando lo conoció a él. Su más grande y primer amor. El chico por el cual dejo
de temer a sus emociones y afirmó que ya no era una niña. Pensar que todo
empezó con una simple presentación por un amigo en común, no había más que un
patio de escuela y adolescentes por todos lados. Bastó con eso y los ojos de
Briseida tocando el corazón de León. Un joven alto y robusto, ojos grandes y
coquetos, barbilla pequeña y con un ligero toque de inocencia que complementaba
la vida de Briseida. Eran unos pequeños niños jugando a ser grandes en el amor.
Ambos tenían 17 años y estudiaban en el mismo colegio.
No fue necesario
esperar a que pasarán tantos inviernos para verlos de la mano. Fue cuestión de
un par de meses para que la revolución de emociones girará en ellos. Verlos
sonreír era parte del día a día para todos aquellos que íbamos al mismo
colegio, no sé qué pasaba o que los hacia especial, pero siempre volteabas a
verlos. Después de un tiempo que deje de ver a la feliz pareja, un día
brillante me encontré por la calle a Briseida, un tanto cambiada, aunque
parecía la misma. No sabía si decirle hola o pasarme de largo, pero justo en
ese momento ella sonrió como era su costumbre y saludándome pude notar que
aunque ella quería engañar al universo, olvidaba que un corazón como el suyo
jamás se olvida. Nervioso correspondí y ella simplemente me abordó con tantas preguntas
que apenas pude contestar unos dos. Aprovechando el momento hice lo mismo y lo
primero que me salió fue preguntar por León, grave error pensé después, ya que
al hacerlo el color subió a su cara y el llanto a sus ojos. Y aún en ese estado
ella sólo contestó -ya no estamos juntos. Realmente me sentí apenado y le dije
-lo siento, no debí preguntar, Briseida con una sonrisa que encubría su
tristeza me dijo -no te preocupes, es normal que preguntes por él, como no
hacerlo si éramos uno mismo -realmente es cierto, respondí. Y en ese momento
cambiando el tema bruscamente para amenizar el momento, continúe haciendo
preguntas sobre que había estado haciendo todo este tiempo. Mencionó tantas
cosas que no logro recordar todas, pero si recuerdo que ese día se marchó
siendo tan ella, tan cambiada pero ella.
No es que crea que en el destino pero me salto la duda y ese
tipo de pensamientos locos, donde te preguntas ¿porque la vida regresa a
personas que creías pérdidas?. Y no es que no me gustara ver Briseida de nuevo,
pero ver a Briseida dolía, pellizcaba el corazón y no me gustaba sentirme así
teniéndola cerca. Por este motivo y el de siempre, es que preferí no saber de
ella, dejando así de caminar por la calle en la que me la encontré por más de
un año.
En ese tiempo no
deje más que armar historias para responder aquella imagen que guardaba de
ella. Entre todas estas respuestas imaginarias me pasaba que su tristeza era
porque León no había sido el chico que tanto ella esperaba, que tal vez la
había engañado, hasta que ella había dejado de amarlo, pero ninguna le daba
calma a mi corazón. Más pronto que tarde volví a verla, iba saliendo de una
tienda con un par de bolsas y una coleta en el cabello, realmente quería
hablarle pero no pude, justo en ese momento esa sensación incierta se apoderó
de mí y me fui. Unos días confundido fueron lo suficiente necesarios para que
me armará de valor y le mandara un e-mail. Cuando lo escribí nada paso por mi
cabeza, solo sentí la necesidad de verla y sin más ni más la invite a salir,
esa noche no recibí respuesta. Al día siguiente me dijo que sí, así que para
más tarde quedaríamos de vernos. Justamente ese día estaba una lluvia que
parecía que el cielo poco a poco se caía. Llegue más puntual que de costumbre y
ella ya estaba ahí. Sorpresas que solo Briseida podía dar. Pasamos a pedir una
taza tras otra de café y fue ahí donde no sé si mi corazón abrió una esperanza
o terminó de romperse. A todo esto porque Briseida con una expresión que
confundía al ver su cara me contó su breve y confuso discurso de amor.
Tal cual me dijo que
el desconcierto llegó a su vida y nunca ubicó en que momento, comenzó diciendo
que término con León porque llegó un punto entre ellos en el que sólo podían
verse para pelear. Yo no sabía que era eso, antes de ver su historia con él, no
tenía ni la más remota idea de lo que era un romance. Así que sólo le dije que
sentía que terminarán así, que pensé que ellos durarían toda la vida. Y sólo
contestó -nada dura toda la vida, pero mientras haya vida siempre hay
posibilidad de que pase algo, y eso paso con nosotros, paso algo que jamás
imaginé pero que creo fue lo mejor. Lo dijo segura pero dolía, yo lo sabía, no
porque me lo dijera pero se notaba en su forma de decirlo y moverse cuando
hacía. De ahí no sé cómo pasamos a que me contará santo y seña de todo lo que
vivió al lado de León. Quería detenerla porque mientras ella describía cada
escena, yo solo sentía un acelerar en el corazón, pero no, no lo hice y
continúe escuchando, brevemente puedo describir su historia como aquel romance
apasionado que la inocencia de dos jóvenes de 17 podía entender. Y a mí no me
quedaba nada más que calmar mi tristeza de saberla rota con su presencia en
aquel café. Pero creo que la parte importante que descubrí en ella, fue ese sentimiento
de incertidumbre, ese desconcierto que para ella llegaba cada noviembre y que
para mí lo tenía cada vez que yo sabía de ella. No sabía si creerle, realmente
la escucha y parecía convencida de que no sabía nada del nacimiento de aquel
desconcierto, pero su cara dejaba entre ver que su corazón si lo sabía, ¿pero
cuál era la verdadera razón por la que ella no quería aceptarlo?, y fue así
como es suspenso de la historia de dicha mujer me atrapó en un abismo de
sentimientos sin control y con un peso extraño de dolor.
No sabía si
realmente conocer la historia de Briseida era algo que quería saber. Tal vez
sólo quería saber de ella y eso no era necesariamente verla así, sin embargo
con el paso de mis pensamientos comprendí que saber de Briseida era saber de
león también. Aun así preferí alejarme nuevamente, deje pasar días, tal vez
semanas, no conté el tiempo, realmente me sentí tranquilo sin su presencia, sin
ella. Pero hace unos días ella llamó, un timbre en mi celular que me dejó con
escalofrío en el cuerpo y un no sé qué en el alma.
Cuando conteste me
saludo amablemente, y me dijo que necesitaba platicar con alguien y que pensó
en mí, le respondí con un estoy ocupado, pero ella insistió, en verdad no sé
qué tiene pero término por convencerme y antes de terminar el día estando como por
las seis de la tarde, llegue a verla al café de siempre en la mesa junto a la
ventana para que ambos pudiéramos evadir miradas en pequeños lapsos de la
situación que se tornaba tensa, la espere cinco minutos y en eso pareció......
Es aquí donde retomaré la escena del inicio, ya que esa tarde ella llegó
contándome que volvió a su memoria y a su cuerpo ese sentimiento de nostalgia
he incertidumbre. Todo por la escena del clima en su dramática manifestación
para la realidad de Briseida, más su constante negación de lo que ya sabe y su
insistencia en el saboteo de sí misma al ponerse esa piedrita en el camino aun
cuando ya había pasado tiempo desde que León se había marchado. ¿Cómo es que sé
todo esto?, o más bien ¿cómo me atrevo a decirlo? Pues bien, les diré que creo
conocer el sentimiento de Briseida, esa chica y yo somos uno mismo. Y para mi
mala suerte ella no lo sabía.
Pase una noche larga
con sueños locos y descabellados. Ansioso cada mañana y con ojeras colgadas de
mis inestables emociones. Eso y Briseida en mi ser, hacían pesado cada uno de
mis días. Yo siendo el chico tonto que se apropia de sentimientos de otros y se
funde en sus historias, no hacía más que pensar en el secreto de noviembre, en
el secreto de ella. No lo dude más y la cite en nuestro lugar, ahí donde mi
sentimientos se atreverían a preguntar la verdad sobre eso que nos mataba a los
dos. Ella llegó puntual como siempre y hablando del tema en mis más de un sin
fin de insistencias salió de su boca decir que en aquel noviembre que marco su
vida, estaba esa escena de León con ella siendo la pareja más feliz en un amor
consumado, pero al mismo tiempo el recuerdo de en el mismo mes desolado que
marcaba la partida de aquel chico que fue su amado. Ella rompiendo en llanto y
yo con la cara descompuesta y pálida por el disparo fulminante a mi corazón.
Fulminante porque
acabo con el desconcierto que compartía con ella y noviembre, las lágrimas de
Briseida el sazonador de esta escena y mi alma rota por la respuesta obvia de
lo que aun sentía Briseida. Nos controlamos después de un rato y un alivio
doloroso nos tomaba de la mano de camino a casa. No lo pensé siempre la he
visto así, tan lejana y cerca, esta vez toda la confusión me movía a un impulso
de dejarla quedándome cerca, creo que ella era el karma de un amor viejo que
mate, pero al mismo tiempo la vida después mi historia cruel, no se me ocurrió
más que detenerme frente a ella y supongo que ya sabes en que termina esta
historia, el final predecible……
Esto continuara o tal vez no, solo noviembre revelara el fin
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